La 46 poniente y su historia delincuencial

 

 

Victor de Regil

 

La famosa 46 poniente, tiene un historial de delincuencia que, al menos en las administraciones anteriores, nadie se atrevía a tocar o, en algunos momentos, lo hacían de maneta tibia sin atender el problema a fondo.

Sin exagerar, posiblemente sólo comparable con el centro de venta de drogas y mercancías ilegales en que se convirtió el corazón del Barrio de Tepito, en la Ciudad de México, los mercados de La Cuchilla y la zona comercial de autopartes de la 46 Poniente, en Puebla, también se volvieron un feudo para actividades ilegales. Éstas fueron consentidas por autoridades que se convirtieron, con el tiempo, en cómplices. La limpia que ahí se ha propuesto el actual gobierno estatal no será fácil, pero será contundente y profunda, a pesar de las resistencias y las amenazas con las que se están enfrentando.

Ni siquiera La Fayuca, en la zona de la CAPU, en sus peores momentos, alcanzó los niveles de irregularidades que se viven en la 46.

Esas dos zonas y sus actividades, de las que todos sabíamos, se dejaron crecer a lo largo de las últimas tres décadas.

En un solo sitió cabían elementos como la complicidad, corrupción y desidia de funcionarios estatales y municipales, de anteriores gobiernos, alimentaron esa perversión. Pero también, no podemos negarlo, hay responsabilidad de los poblanos quienes en lugar de acudir a las agencias automotrices a sustituir las piezas robadas acudían a estos lugares. Es simple, la 46 existe porque hay una demanda alta de los productos que venden, a pesar de su dudosa procedencia en la mayoría de los casos.

Era normal que cuando alguien sufría el robo de autopartes, incluso bromeara con que se apurara para conseguir “las mismas” en la 46. Y ni tan broma porque, en efecto, había quienes las encontraban.

Desde hace semanas los operativos han sido contundentes. A pesar de peticiones de los supuestos comerciantes legítimos, que por supuesto que también existen, de que cesen estas acciones, van a continuar.

El gobernador Miguel Barbosa Huerta lo anunció: “En la zona de la 46 Poniente como en el mercado La Cuchilla se va a limpiar de los actos ilegales de comercio que se llevan a cabo y quienes hacen comercio legal que ni se preocupen”, dijo.

En los operativos participan coordinadamente la Fiscalía General del Estado (FGE), la Secretaría de Seguridad Pública estatal y autoridades del Ayuntamiento de Puebla capital.

Algunos comerciantes se manifestaron el 15 de agosto y pidieron que se acaben, pero eso no puede ser.

Es un proceso largo y profundo el que se lleva a cabo. Comenzaron el pasado 23 de julio, con la intención de detener a algunos presuntos cabecillas.

En esa misma acción se incautaron más de 200 toneladas de mercancía ilícita, en alrededor de 20 establecimientos, en la 46. Ninguno de los comerciantes que tenían en su poder dicha mercancía, pudieron probar la manera lícita en que obtuvieron esos productos que se encuentran comercializando.

Está claro que no habrá resquicio para la negociación con esos grupos. Pero en esos dos lugares hay también relacionados muchos más delitos. Presuntamente narcomenudeo. Probablemente crímenes más graves.

Recientemente, hay que recordarlo, una pareja, hombre y mujer, desapareció en La Cuchilla. Ahí se ubica su último rastro. Fueron como compradores, un día cualquiera, y nunca más regresaron. No se sabe nada de ellos.

Sobre los dos lugares se cuentan leyendas muy negras.

Hay, en torno a las actividades que, se supone, ahí se realizan, verdaderas narraciones de terror.

No solamente en cuanto al comercio de mercancías robadas. Por ello, las dos zonas son consideradas de alto riesgo.

Hay similares por todo el país. Pero para este caso, Tepito ofrece la mejor analogía.

Ningún gobierno, antes del de Miguel Barbosa, se atrevió a hacer algo.

Hoy, en el intento de recuperar su feudo, algunos grupos despliegan supuestas “causas legítimas”.

No se debe dudar de que también había comerciantes genuinos. Pero también hay quienes tratan de confundir. Por ello se realizan investigaciones. Lo que ahí ocurría es grave. Su combate es indispensable.