PULSO POLITICO. Lo que pierde el PRI

Gabriel Sánchez Andraca

 

La renuncia de cuatro senadores priistas, deja al Partido Revolucionario Institucional con solo 9 integrantes de su bancada y baja al cuarto lugar en dicha Cámara, superado por Morena, que ocupa el primer lugar; el PAN que ocupa el segundo sitio y Movimiento Ciudadano que queda en el tercer lugar.

Esto constituye una tragedia partidista, si se tiene en cuenta que durante 59 años, fue el único partido con representantes en el Senado de la República. También se reduce al mínimo su influencia en la Junta de Coordinación Política y por si fuera poco, deja de percibir 2.1 millones de pesos mensuales de subvenciones.

El alboroto que está haciendo la Coalición Opositora, con el asunto relativo a la elección del candidato a la Presidencia de la República, se está centrando en el PAN, con Xochitl Gálvez y Santiago Creel Miranda como los más fuertes aspirantes, porque es seguro que el candidato de la coalición salga del partido conservador y no del PRI ni del PRD, que han perdido presencia entre el electorado.

Además, lo que los grupos opositores pretenden, es que el candidato o la candidata enfoquen todas sus baterías contra López Obrador, la figura fuerte de Morena y Xochitl y Santiago Creel, son los idóneos para eso, pues han tomado la actitud de estar golpeando al Presidente y no hacer propuestas de una alternativa de gobierno. Se concretan en afirmar que López Obrador, está hundiendo al país y que hay que salvarlo.

MUCHA GENTE ESTA CONFUNDIDA EN PUEBLA y en todo el país, porque no se había vivido una situación política como la actual.

Hay que tener en cuenta que el Presidente en sus campañas para llegar al puesto que ahora ocupa, insistió siempre en la necesidad de desmantelar el régimen neoliberal, enfocado a beneficiar al gran capital, a las grandes empresas y no al pueblo integrado por obreros, campesinos y clase media popular, como lo hicieron los primeros gobiernos surgidos del partido que se formó después de la Revolución de 1910.

El neoliberalismo cambió en lo obscurito los principios y programas sociales de la Revolución y eso provocó crisis económica, política y social que a punto estuvo en varias ocasiones, de que estallara una revolución violenta, como empezó a verse desde los años cincuenta y que tuvo sus más notorias acciones en las guerrillas de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas en Guerrero; de los zapatistas de Chiapas con el subcomandante Marcos; los problemas estudiantiles y las consecuentes represiones violentas, en la Ciudad de México (1968 y 1971) y finalmente, con la guerra contra el narco de Calderón y el surgimiento de las bandas del crimen organizado en todo el país, con miles de muertos y desaparecidos, que aun estamos viviendo.

CANSADO EL PUEBLO DE TANTA CORRUPCION y de ineficiencia de los gobiernos del PRI y PAN de los últimos 30 años, se volcó en masa a votar por el cambio que ofrecía López Obrador, al que panistas y priistas presentaban como “un peligro para México” o como un izquierdista acelerado, que nos llevaría a la ruina, como los Castro llevaron a Cuba y Chávez, llevó a Venezuela.

Lo que está pasando es un cambio democrático por la vía pacífica: nunca los tres poderes de la Unión habían tenido la Independencia del Ejecutivo, que ahora tienen; nunca había habido la libertad de prensa y de expresión, de la que ahora se goza; nunca se había respetado el voto popular, como ahora y nunca se había recaudado tanto dinero proveniente de impuestos, como ahora, lo que ha evitado solicitar préstamos al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, como era costumbre en el pasado reciente.

El país ha recobrado su independencia energética y alimentaria y eso garantiza su soberanía, evitó la entrega a capitalistas nacionales y extranjeros el petróleo y la electricidad y la región más rica en recursos naturales del país, el sureste mexicano, que para los gobiernos anteriores prácticamente no existía, ahora resurge con fuerza como productora de petróleo, de alimentos, como atractivo para el turismo nacional e internacional y como auxiliar para evitar sequías en el norte, por los grandes ríos que ahí existen.