Más Ciudadanía

 

Lamentablemente, elección tras elección, el abstencionismo sigue siendo el talón de Aquiles de nuestra democracia. La participación ciudadana por debajo del 50% en el Estado de México y del 56% en el estado de Coahuila, es, con mucho, el dato más relevante de la pasada jornada electoral. A pesar de los esfuerzos de muchas organizaciones, no se logró que la participación ciudadana fuera del 60%. Una baja participación, impide conocer con claridad el sentido de la voluntad popular, debilita la representación, complica la gobernabilidad y cuestiona la legitimidad de origen. En el Estado de México, la candidata ganadora solo obtuvo el apoyo del 25% de los electores.

Y es que, lejos del reparto de culpas y el endoso de triunfos, lo verdaderamente preocupante sigue siendo el elevado abstencionismo. Descifrar las razones por las que los ciudadanos decidieron no acudir a las urnas es un desafío para todos, en especial, para quienes desde la oposición enfrentaron una elección de estado y trabajaron con determinación por aumentar la participación ciudadana.

El hecho de señalar que tanto las organizaciones sociales, las iglesias, los sindicatos y los ciudadanos independientes que promovieron el voto no tuvieron eco a sus llamadas, es una simpleza y una irresponsabilidad, es evadir las causas e ignorar que quien convoca no es el mensajero, convoca el mensaje que envían, entre otros: las autoridades electorales; las fuerzas políticas, sus maquinarias, los métodos de selección y la idoneidad de sus candidatos; el uso de recursos públicos y privados y la interferencia indebida de los poderes fácticos para inducir o inhibir el voto; el uso de las encuestas para anticipar triunfos estratosféricos que nunca sucedieron; y la causa social, el sentido de urgencia de la propuesta y la movilización de las organizaciones sociales en torno a la elección.

Es una realidad que habrá que analizar caso por caso, seguramente algo de esto sucedió o hizo falta en la ecuación y se refleja en el resultado de las elecciones. Los primeros sondeos del comportamiento de los abstencionistas reflejan que cerca del 55% despreció las urnas porque la elección le pareció inútil o una farsa, situación que puede deberse a las encuestadoras. Algunas mediciones estiman que sólo el 20% de los electores va a las urnas por deber y conciencia democrática, el resto tuvo dificultades técnicas o responde a otras motivaciones. Sin que sea justificación, la mayoría no encontró razones ni tuvo incentivos para salir a votar. Habrá que revisar el mensaje.

Tras las elecciones del 4 de junio, entramos a la recta final hacia las elecciones del 2024. Con los resultados en la mano, por un lado, el presidente, los aspirantes del oficialismo y sus operadores en las gobernaturas, se reunieron para celebrar el triunfo y afinar los detalles para la designación de la candidatura presidencial.

Por el otro, los líderes de la alianza Va por México, anuncian en conferencia de prensa la continuidad de la alianza, el próximo método de selección de su candidaturas y el rechazo a aspirantes desechados de otros procesos.

En tanto, las organizaciones de la sociedad civil hacen un reiterado llamado a la unidad y la apertura de las fuerzas políticas y sociales de oposición, para definir, con la participación de la ciudadanía, un método y una candidatura representativa y con fuerza para ganar las próximas elecciones. La moneda está en el aire.