María Dolores Reyes Herrera. Día

 

María Dolores Reyes Herrera. Seudónimo: Voz De Orquídea. (Tlapacoyan, Veracruz, México/1956). Poeta y promotora cultural internacional independiente. Formación literaria a través de talleres en la UNAM FES IZTACALA. Seis libros de poemas publicados desde el 2013 hasta el 2022.  Oruga (2013) Edición original y segunda en México, Canapé Ediciones y una tercera en Perú, obra registrada en la Biblioteca Nacional del Perú. Litoral del Silencio (2015) editada por Sepia Ediciones. Voz De Orquídea (2017) primera edición Sepia Ediciones y tres posteriores con Ediciones El Nido del Fénix. Misterio de Luciérnagas (2017 en coautoría con el poeta peruano  Gregorio Maza Ramos de Piura, Perú.  Tres ediciones con Ediciones El Nido del Fénix.  Galope del Tiempo (2019) publicada por Editorial Viernes Literarios en Lima, Perú.  Cenicero Preñado (2022) editada por sello propio: Voz De Orquídea Ediciones.

 

 

DÍA

 

El cenit cegó con su veraniego esplendor el aura.

Llegó la tarde con aroma de otoño.

De pronto fueron encendidos los cocuyos…

Así llegó el invierno.

 

 

BESOS DE SALAMANDRAS

 

Mis paredes se derrumban,

las vigas crujen con lamentos,

puertas y ventanas desvencijadas por el vaivén del viento,

son brazos abiertos esperando el retorno de mis habitantes.

 

Temo ser derribada y pido auxilio,

todos se han ido llevándose mi grito.

 

El silencio solfea por doquier,

el polvo maquilla mi faz,

ausentes se encuentran la ternura, besos, pasión y deleite.

 

-Nuestro amor cuenta con bases firmes, las mismas de esta casa-

 

Decía mientras mirábamos pasar las horas,

más yo pensaba,

no, mis cimientos son frágiles,

la influencia de su amor, me fortalece.

 

¡Mentira, todo era mentira!

Un soleado amanecer fue teñido al gris,

la luz de mi interior se extinguió,

desatando una tormenta,

mis habitaciones cerraron oídos, aun así, escuchaba…

como, los enamorados lotos improperios desgranaban.

 

Percibía gemidos de angustia y dolor,

el agua de mi congoja se filtró por el techo,

sin nadie comprender que eran perlas de quebranto,

remozando las fisuras de este cuerpo,

que un día fuera hogar.

 

Es innegable que en el derrumbe

sigo en línea recta hacia el deceso,

a la par de su amor,

deshabitada ya no escucho el susurro de sus labios,

en mis paredes vacías…

crecen los besos de las salamandras.

(Sonido de besos)