Leonel Plaza Aldazaba. Mi abuela

Leonel Plaza Aldazaba (Veracruz, México. 1965). Maestro Normalista, Licenciado en Educación Básica, Maestro en Educación Básica, Licenciado en Educación Media y Media Superior Especialidad en Español, Licenciado en Derecho. Con 38 años de experiencia académica como docente en el Nivel de Educación Primaria, Coordinador del Círculo de Lectura “La hojarasca” y fundador en el estado de Veracruz del Programa Nacional “Salas de Lectura”.  Galardonado en el 2013 con la Medalla al Mérito Educativo “Francisco Javier Clavijero y Echegaray” en el puerto de Veracruz. Autor del poemario Palabras al viento (Editorial: Ventana de Papel, 2023. En prensa). Mostramos parte de su propuesta literaria.

 

Mi abuela

Mi abuela fue una mujer fuerte

como un roble,

nunca se dejó vencer por las adversidades,

se levantaba

cuando los primeros tibios rayos del sol

acariciaban su humilde morada.

Durante muchos años

sus ligeros pasos caminaron

por diversos poblados

ofreciendo mercancía y amistad,

en ese caminar

reencontró a los parientes lejanos.

Mi abuela fue una mujer buena y generosa

alegraba sus días con la radio,

al ritmo del danzón

se desplazaba bailando por toda la casa,

yo sólo reía, al verla feliz.

Mi abuela

tenía al pie de la puerta de la cocina,

una tinaja de agua fresca

que calmaba mi sed de niño

después de jugar.

Mi abuela

disfrutaba cocinar en su fogón y metate:

cocadas, churros, higos rellenos de coco y mole.

Su fruta predilecta era el mango criollo,

en la puerta de su casa,

después de las labores,

los degustaba en su mecedora.

Mi abuela

rendía culto a sus muertos como ninguna,

elaboraba un altar

cubierto de flores de cempasúchil,

que cultivaba en el traspatio de su casa.

Aromatizaba con copal

y un camino de veladoras

invitaba a sus ancestros

a disfrutar sus alimentos preferidos

que amorosamente preparaba.

Mi abuela vive en sus descendientes,

aunque no todos lo sepan,

por el color de su piel canela,

su cabello rizado, sus gestos,

el gusto por las ventas,

la fuerza de luchar cada día,

el amor a Dios

y principalmente su sangre

que fluye en nuestras venas

como pequeños ríos.

Mi abuela

vivirá por siempre en mí

como un pequeño gorrión.