El papel de la “chiquillada”

 

Esta “chiquillada” sin votos, sin imagen, sin seguidores, sin militantes y sin estructuras reales, estos partidos rémoras, o la chiquillada, como les podemos llamar con amabilidad, no aportan mucho a las alianzas que encabezan, lo mismo Morena que el PAN, pero en cambio les resultan carísimos en posiciones y candidaturas. PT, PVEM, Panal y FxM, del lado del oficialismo; PRI, PRD y PSI, del lado opositor, resultan irrelevantes en las urnas y hasta perjudiciales en las campañas.

Dichos partidos se suman a las fuerzas políticas hegemónicas, porque solamente así garantizan su existencia y sus recursos.

Por sí mismo son incapaces de conseguir 3 por ciento de la votación, que les garantiza conservar el registro y seguir recibiendo dinero público.

Sin embargo, los partidos grandes, en este caso Morena y el PAN, los arropan pretendiendo un beneficio en imagen política o porque suponen que aportarán manos para la vigilancia de casillas o vaya usted a saber qué pasa por la cabeza de esos dirigentes.

Porque cuestan mucho dinero y posiciones importantes En tanto, esos partiditos, que no aportan sufragios y que ni para el acarreo a los mítines son eficientes, juegan a la simulación. Pretenden hacerle creer a los candidatos, que son indispensables.

Lo hacen con Alejandro Armenta. Y lo mismo ocurre con Eduardo Rivera. Presumen que su suma es “histórica”. Indispensables, se dicen, aunque no aportan nada. Pero las matemáticas jamás nos mienten.

Y es que, de acuerdo con la más reciente encuesta del Buró de Estadística y Análisis de Opinión Pública, S.C. (BEAP), esto valen los minipartidos en Puebla, en el contexto de la carrera por la gubernatura.

En la alianza lopezobradorista: PT, 3.3 por ciento. Partido Verde Ecologista de México (PVEM), 1.1 por ciento. Fuerza por México (FxM), 0.5 por ciento. Partido Nueva Alianza (Panal), 0.3 por ciento. En esa coalición, Morena es quien hace la aportación casi total, con 47 por ciento de las proyecciones.

Mientras tanto, en la alianza opositora: PRI apenas suma a la candidatura de Eduardo Rivera, un magro 3 por ciento; PRD vale 1.3 por ciento; El Pacto de Integración Social (PSI), partido que promueve el presunto huachicolero El Toñín, estrella de las redes con sus autos de lujo, apenas aporta 0.8 por ciento.

En la alianza opositora, como es obvio, el PAN tiene la total jerarquía, con 30.4 por ciento de las potenciales preferencias.

La simulación de estos partidos, de un bando y de otro, queda exhibida cotidianamente. No son resortes, sino que son lastres.

Hace unos días, el PT tuvo a su cargo un mitin en el sur de la capital poblana. La casi inexistente asistencia fue de vergüenza.

Quedó claro que los dirigentes, Alberto Anaya, nacional, y Liz Sánchez, estatal, venden bolas de humo a los candidatos a la gubernatura y a la alcaldía.

Del otro lado, qué decir del PSI, que promociona el personaje que está investigado por presuntos delitos, Antonio N., alias El Toñín, papá de Guadalupe Martínez, candidata de ese partido a la alcaldía de Quecholac.

Que un personaje tan identificado con un partido aliado se pasee en un Lamborghini de casi 5 millones de pesos por uno de los municipios más pobres del estado, ¿aporta algo a Eduardo Rivera, o todo lo contrario?

Para colmo, el hermano y el ex presidente que estuvo preso, Alejandro Martínez Fuentes, se burló, haciendo un supuesto contraste sobre el carro de lujo, en una carreta con un burro.

¿De verdad así se van a mofar de la gente?

Muchos se quejaban del bipartidismo en México. Hoy parece lo sensato regresar a éste.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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