Escenarios para el lunes 3 de junio

 

Como sabemos, el próximo dos de junio tendremos las elecciones más grandes de la historia del país. Tres mil 539 puestos de elección popular estarán en juego. Siendo México un régimen presidencial, es obvio que la atención está concentración en la votación para Presidente. Sin duda será muy importante ver quién la gana. Pero otro aspecto no menos importante, es ver qué tanto poder tendrá la ganadora o, en otras palabras, cuán fuerte o débil quedará la oposición.

En este sentido, hay tres escenarios, dos extremos y uno intermedio.

Uno, se trata de la diferencia en porcentaje entre la candidata ganadora y la perdedora en la elección presidencial. Dos, qué mayoría tendrá la ganadora en ambas cámaras del Congreso. Tres, cuántas gubernaturas se lleva el partido de la candidata ganadora a la Presidencia de las nueve que están en juego, incluyendo la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Tomando en cuenta estos criterios, hay dos escenarios extremos. El primero de ellos sería el famoso “carro completo”.

Digamos que las encuestas están midiendo bien las preferencias del electorado y Claudia Sheinbaum gana la elección con una diferencia de veinte puntos porcentuales o más (hoy el modelo de encuesta de encuestas de oraculus.mx reporta un margen de 23 puntos a favor de la morenista). Además, la alianza oficialista logra el famoso “plan C” y obtiene una mayoría calificada de dos terceras partes en ambas cámaras del Congreso, lo cual le da el poder de reformar la Constitución. Finalmente, se llevan nueve de las nueve gubernaturas en juego. En Palacio Nacional destaparían el champagne.

El segundo escenario como “gobierno de minoría”.

Claudia gana la Presidencia, pero con un solo dígito, tal y como ocurrió el año pasado con Delfina Gómez en el Estado de México. Morena consigue mayoría absoluta (50% más uno) en una de las cámaras, pero no en la otra. La Presidenta está obligada, por tanto, a negociar con la oposición para sacar adelante su agenda legislativa. Por último, Morena y sus aliados sólo ganan tres de las nueve gubernaturas perdiendo destacadamente la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. En la capital gobernará la oposición.

Sí, el frente opositor habría perdido la Presidencia, pero habría conseguido importantes victorias equilibrando mucho el poder para el siguiente sexenio. Sospecho que el champagne se destaparía en las sedes del PAN, PRI y PRD. Como se puede observar, son dos escenarios extremos.

El tercer escenario sería el “intermedio”.

Gana Sheinbaum por entre diez y veinte puntos porcentuales. Morena y sus aliados consiguen mayoría absoluta de 50% más uno en ambas cámaras del Congreso. Ergo, solitos pueden aprobar leyes secundarias y el presupuesto anual. Finalmente, se llevan cinco de las nueve gubernaturas.

Todos habrían ganado y perdido algo. Sin embargo, el oficialismo se quedaría corto frente a las grandes expectativas que se tienen de un triunfo arrollador de Morena, el famoso “plan C”. La oposición, por su parte, tendría fichas para negociar, pero con un poder limitado.

Con este escenario, ninguno de los dos bandos se descorcharía el champagne. Nadie quedaría del todo satisfecho.

Lógicamente, puede haber otros escenarios. Aunque se ve poco probable, todavía no se puede descartar un posible triunfo de Xóchitl Gálvez, por ejemplo.

Las dos preguntas que cada vez parecen más interesantes es cómo va a quedar el Congreso y cómo se van a distribuir las nueve gubernaturas en juego.

De eso vamos a estar hablando el tres de junio: no sólo de quién ganó la Presidencia, sino de cómo.

Por lo que está en juego, nada menos que la mismísima permanencia de un régimen democrático-liberal, es importante que la oposición sí pueda quedarse con posiciones importantes en el Congreso y las gubernaturas, de tal suerte que el lopezobradorismo siga teniendo límites a su abierta intención de concentrar el poder en el país.

De lo contrario, entre más cerca estemos del escenario de “carro completo”, ya podríamos cantarle las golondrinas a la democracia porque lo que vendría sería un régimen autoritario, sin contrapesos, que podría hacer y deshacer a su antojo.