Agroecología urbana promueve justicia social, la identidad y la cultura: experta

  • La Mtra. Mariana Beleche, académica de IBERO Tijuana, señaló que la agroecología podría hacer frente a múltiples desafíos como la seguridad alimentaria y nutricional

Valentina González/ICM

Como movimiento social, la agroecología persigue papeles multifuncionales para la agricultura, promueve la justicia social, nutre la identidad, la cultura y refuerza la viabilidad económica de las zonas rurales. Además, busca sistemas agrícolas sostenibles que optimizan y estabilizan la producción de alimentos, señaló la Mtra. Mariana Beleche, académica de IBERO Tijuana.

La agroecología podría hacer frente a múltiples desafíos como la seguridad de acceder a recursos productivos (tierra, agua, semillas), a la seguridad alimentaria y nutricional por medio de una resistencia climática a través de soluciones sostenibles a largo plazo, que promocionen la diversificación agroecológica y la soberanía alimentaria.

“Se promueve cada vez más como un método capaz de contribuir en la transformación de los sistemas alimentarios mediante la aplicación de principios ecológicos y sociales, así como el aseguramiento de un uso regenerativo de los recursos naturales y de servicios ecosistémicos, atendiendo, al mismo tiempo, la necesidad de sistemas alimentarios socialmente equitativos en los que las personas puedan elegir lo que comen, así como el modo y el lugar de producción de los alimentos”, dijo la nutrióloga.

La especialista recordó que en México existe un plan nacional de agroecología y recomendó a todas las personas adoptarlo; así como ver esta herramienta y “hacerla nuestra” porque toca diferentes temas y áreas que competen a profesionales de la salud: alimentación, agua, energía, conservación de los sistemas, y todo lo relacionado para combatir al cambio climático y mejorar la salud de los seres que habitan el planeta.

Durante las Jornadas por el Día Mundial de la Alimentación 2021. Sistemas alimentarios sostenibles: compromiso desde la nutrición, organizado por la comunidad de las licenciaturas en Nutrición y Ciencia de los Alimentos del Sistema Universitario Jesuita, la académica destacó que la agroecología tiene cuatro principios que abarcan diferentes áreas: ecológico, económico, político y sociocultural; los cuales van encaminados a mejorar y atacar problemas como la malnutrición que se vive en México y en el mundo.

“La dimensión ambiental de la agroecología habla del aumento de la resiliencia y la capacidad de los sistemas para adaptarse al cambio climático en contextos en los que los riesgos del clima son habituales”, dijo.

Sobre la dimensión social y cultural, Beleche dijo que la agroecología está arraigada a la cultura, a la identidad, tradición, innovación y conocimiento de las comunidades. Apoya a las personas para mantener su relación espiritual y material con la tierra y el medio ambiente.

“Es una ciencia que no olvida el conocimiento milenario de los campesinos, de la agricultura tradicional, lo toma, enaltece y lo podría modificar y enriquecer cuando sea necesario, y respeta las creencias de las personas, de los campesinos, de las comunidades, de cómo quieren vivir sus cosmovisiones, de respetar la relación con la tierra”, explicó la nutrióloga comunitaria de La Colmena.

Explicó que esta misma dimensión social y cultural contribuye a las dietas saludables, diversificadas, estacionales y culturalmente apropiadas; que va de la mano con la dieta de la milpa, la cual es una alimentación saludable que se ha propuesto en México.

Asimismo, señaló que la agroecología tiene una dimensión económica, pues promueve las redes de distribución razonables y pequeñas en lugar de las cadenas de distribución lineal, además, construye relaciones transparentes, conecta a productores con consumidores y busca un comercio justo.

“Habilita a los productores de alimentos para vender a precios justos y responder activamente a la demanda del mercado local. Se construye sobre una visión de una economía social y solidaria, de ganancias en la justicia social y medioambiental. Reduce la dependencia de ayuda, y aumenta la autonomía comunitaria al potenciar los medios de vida y la dignidad de las personas”, comentó.