Morena, la ruptura con cohesión

El Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) nació como una fuerza política inherente a un solo hombre: Andrés Manuel López Obrador. Por supuesto que aquilató la fuerza histórica de las izquierdas, en su última etapa, del casi extinto Partido de la Revolución Democrática (PRD). 

 

Como observamos en las elecciones de 2018, ganaron practicamente todo, distintas variables y circunstancias abonaron para tal hecho, pero principalmente la figura de López Obrador como dirigente, candidato y líder de este movimiento convertido en partido político. 

 

Ahora bien, los riesgos del caudillismo nos demuestran una y otra vez, que son enemigos de los procesos democráticos, así pues vimos un espectáculo terrible en el proceso de elección interna de MORENA, pero más allá de la forma y de evidenciar la falta de civilidad política, vale la pena analizar el fondo de esta circunstancia. 

 

Un partido o movimiento que depende de una sola persona en lo político y lo ideológico de facto, tiene una cohesión muy débil que solo depende de ese liderazgo, la misma historia de la lucha de “tribus” al interior del PRD hace una década. La fuerza de un liderazgo único impide que nuevos cuadros y liderazgos alternos figuren y se desarrollen, un elemento que va contra la democracia partidista pero por algunos períodos, garantiza triunfos electoralescomo ha ocurrido en las últimas tres elecciones federales con MORENA–, pero ¿hacia donde se dirigirá dicho partido cuando caduque el liderazgo formal de su principal dirigente? 

 

López Obrador termina su período presidencial en 2024, seguramente su figura incidirá aún en la elección federal con el candidato que designen para sucederlo, pero de ahí en adelante, por más que por detrás siguiera sugiriendo o instruyendo, la debilidad de la cohesión puede romperse con facilidad, ahí es donde comienzan los problemas irreconciliables entre las propias corrientes ideológicas y además de los golpes o sillazos, vienen las rupturas como producto de la falta de democracia, del no poder coexistir cuando se piensa distinto. 

 

Ahora bien, si a ello le sumamos que el presidente López Obrador desde sus conferencias matutinas, no cesa en criticar ácidamente a quienes no piensan como él, ello genera un clima profundamente antidemocrático al interior de su propio partido, tal como ocurre con la sociedad y el país en general. Pensar distinto convierte a cualquiera en adversario desde la lógica del presidente, luego entonces esto se refleja al interior de su partido y lo demás, será historia. 

 

Finalmente, hay que tomar en cuenta que la democracia no solo es en las urnas y en las asambleas populares a mano alzada, la democracia en el ascenso al poder tiene implicaciones más profundas, sobre todo de coexistencia y convivencia aún cuando se piense distinto, usando la herramienta política para lograr acuerdos a través de negociaciones. En el ejercicio del poder, la democracia tiene que ver directamente con participación ciudadana, no sólo con asambleas a mano alzada durante las giras presidenciales, significa que las decisiones políticas se tomen con base en las diferencias y no solo en las coincidencias. 

 

De seguir así la coyuntura, en unos años MORENA pasará de frágil cohesión a la dura ruptura.