Xavier Gutiérrez. El debate de los presidenciables

Las imágenes con sus claroscuros que proyectaron por televisión

El debate de los presidenciables

Xavier Gutiérrez

1. Vi el debate de los presidenciables. Me gustó mucho más el de Grupo Imagen entre Germán Martínez y Epigmenio Ibarra. Cuando los años pasan queda la experiencia. Estos dos personajes mostraron conocimiento y tablas en la política. Fue un saludable ejercicio de política con repaso de historia.2. El de Claudia, Xóchitl y Máynez quedó a deber. Como estaba previsto fue una lectura de imágenes. La televisión es eso, proyección de rostros, gesticulación, temperamento, personalidad.

3. Claudia lleva una delantera muy solvente, ello da tranquilidad. Eso exhibió: ecuanimidad, seriedad, porte y confianza. Xóchitl casi hervía. Por momentos, como dice la canción, “sus ojos eran puñales.” Estaba ansiosa por atacar, herir, acabar. Un buen debate es juego de ideas. Cabeza fría, autoridad en la palabra.

4. Un requisito sine qua non de un político es el dominio de sus emociones. El que se enoja pierde, se dice en la calle. Sin ese control irradias muchas cosas menos confianza, simpatía, empatía. Los ojos, la boca, las miradas, los gestos de Xóchitl estaban a años luz de sumar. Era la furia contenida, el rencor a punto de erupción. Con una personalidad así proyectada por las pantallas cuesta trabajo imaginarla trabajando de Presidenta.

5. Claudia mostró una personalidad que el gran público casi no le conoce: temple. Pausada y estructurada en sus comentarios. Respuestas cortas, casi no acusó recibo de las críticas ni cazó pleito.

6. El señor Jorge Máynez fue a disfrutar sus quince minutos de fama. Hace tres meses nadie lo conocía. Lo envió Dante Delgado con la bandera a cuestas de Movimiento Ciudadano, más para asegurar y administrar las prerrogativas cuantiosas de campaña que para ganar nada. Sus publicistas, probables expertos en las campañas de “Colgate”, le aconsejaron sonreír hasta de lo trágico y él lució aplicado. Muy aplicado.

7. Xóchitl le lanzó tres o cuatro adjetivos duros a Sheinbaum, uno de ellos “dama de hielo”. Probablemente sin darse cuenta, la candidata prianista le aplicó este mote que pudiera terminar en un distintivo elogio para Claudia si desde el gobierno termina (o empieza) aplicando con la dureza requerida el remedio frontal a tantos problemas pendientes. Llega a suceder: hay epítetos que terminan honrando al destinatario.

8. Máynez quiso guardar distancia de ambas damas y emerger como una tercera y mejor opción. Estuvo entre ambas solo en la posición geométrica del estrado, mostró deseos de gloria, pero no tiene empaque, ni ideas, no goza de simpatías y la marca que lo proyecta está muy deslavada, más que las sábanas de un hotelucho de la 6 Poniente.

9. En gran parte de las casi dos horas, Xóchitl demostró que sus ocurrencias y lenguaje procaz son para la calle y el mercado, no para un escenario televisivo. Se guardó ese arsenal de origen. La personalidad de estadista no se vio ni por asomo, ese atractivo estuvo en el otro extremo del escenario. Acaso el escándalo reciente del hijo, innegable fruto familiar y con la marca de la casa ostensible en los videos, la llevó a “contener sus ansias de novillera.” El hombre cava su tumba con los dientes…y también con su lenguaje.

10. Claudia jugó con el librito, como se dice en el beisbol. Siguió al pie de la letra el “manual del buen candidato” que le marcaron en su cuarto de guerra. Arriba en las encuestas no tenía para qué exponer. Expuso lo suyo. Se defendió a veces blandiendo la ley. Guardó silencio ante datos duros. Fue para ella un magnífico ensayo ante próximos encuentros.

11. El formato del debate fue fatal. Pésimo manejo de cámaras, relojes y contenidos. Algunas preguntas sin revisión, expuestas de tal forma que el candidato bien podría contestar sólo “sí”, o “no”. Interrogantes cerradas, sin opción. Distantes de un manejo periodístico. Lo visto resultó negativo para todos: para los candidatos, los conductores y por supuesto para el público. Ni frescura, ni tiempos para articular ideas. La guillotina sometió a la inteligencia.

12. Es absurdo buscar ganadores en este tipo de confrontaciones. Sencillamente porque no se trata de un juego de futbol o pelea de box. No hay reglas para calificar y cuantificar puntos. No es una competencia olímpica ni cronométrica. Existe sólo el juicio de la gente y este siempre es subjetivo. Los simpatizantes de uno aprueban, los adversarios condenan. Todos al final festejan supuestas victorias.

13. En este tipo de debates sólo por excepción llega a emerger alguien con aureola de triunfador con un cargamento copioso e imponente de simpatías. Lo fue Kennedy frente a Nixon y el Jefe Diego ante Zedillo. Lo común, según la experiencia histórica, es que los contendientes varíen 2 o 3 puntos su posición en las encuestas, ya sea a favor o en contra. No más.

14. Indudablemente la imagen retrata. Y a veces delata. El movimiento incontenible y nervioso de los dedos de Xóchitl habló más que una exhaustiva descripción de su persona. La recurrencia a sacar tarjetas como solución a diversos problemas la igualó a lo que ha criticado del partido en el poder. Para colmo, ese nerviosismo la llevó a mostrar sus gráficas al revés y la bandera con la pobre águila de cabeza. (¡Qué culpa tenía el ave con el nopal encima!, diría alguien de la Sociedad Protectora de Animales…)

15. Los debates son como el box. Está demostrado que el pugilista que no entrena, pierde. Y el que se sobre entrena, también pierde. No hay magia, no hay prodigios, se llama trabajo.

16. El otro debate televisivo fue estupendo. El abogado Germán Martínez bateando por el lado de la derecha y Epigmenio Ibarra por el lado gubernamental. Ambos esgrimiendo argumentaciones sólidas, duras, demoledoras. Pero, lo dicho: con humo en la cabeza se nubla el razonamiento. Germán es brillante escribiendo. En el debate resplandecía odio, rencor. El rostro tensísimo, el resentimiento exudaba en cada milímetro de la cara.

Epigmenio como liebre muy lampareada. Todo calma, mesura, equilibrio en la palabra y el gesto, bayonetas en cada frase. Temblor en los dedos evidencia de los años, pero impertérrito frente a cada descarga.

Ahí se ventiló, en ese debate, la luz y sombra del actual gobierno.

Ciro se le ocurrió sumar a distancia con voz e imagen   a las candidatas que recién habían debatido. Y mal le fue otra vez a Xóchitl: repitió parte de sus argumentos y monopolizó el tiempo casi sin dejar hablar a Epigmenio. Se mostró irrespetuosa e impulsiva. Nuevamente fuera de control. Entró Sheinbaum también a distancia. Habló de manera breve y con moderación. Nada triunfalista y sin exaltación.

Esto es parte de lo que yo vi…

xgt49@yahoo.com.mx

 

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