Víctor Francisco Jara Díaz. Poeta y escritor que escribe bajo el seudónimo de «Pancho Santa Cruz», reside en la cuidad de Graneros (Chile). De su trayectoria literaria destaca la publicación de libros individuales y la participación en antologías latinoamericanas: Homenaje (1990), Como Ángel Rojo (2001), Madre Poesía (1984), Me vienes a mí (1991); Día de Muertos (2021), De Baigorria con Amor (2021). En el 2020 publicó su tercer poemario: Nosotros los Humanos. Miembro honorífico de Chile País de Poetas y del Club de Poetas de Latinoamérica. Distinciones: Premio Cultural Chiprodal (1985), Premio Personaje Destacado en Graneros distinción otorgada por la Ilustre Municipalidad de Graneros (2014), galardonado en San Rafael, Argentina con el Cóndor Mendocino (2022 y 2023). En el 2022 fue galardonado en la Actividad ruta del arte en la comuna de Graneros. Participó en el Primer Encuentro Internacional Artístico – Literario en Montevideo, Uruguay, Homenaje a Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou y Alfonsina Storni (2023). Recibió la Mención Honrosa en el concurso literario “Del amor y otras yerbas” C.E.N Argentina (2023).
En la hoguera del recuerdo
El leño aún sigue encendido,
tu calor como sueño de primavera
aún me acompaña.
Se asemeja a la brisa del viento,
danza sobre el recuerdo,
dormita en un atardecer.
Juré amor eterno,
rompiendo mis cadenas
que ataban mis anclas.
Barco que deseaba navegar,
sobre aguas calmas,
turbulentas en sombras
de cuerpos y caricias.
¿Te parece que te recuerde hoy?
Cuando las manos frías
no sienten calor, ni los cerezos dan fruto.
Porque hoy es un año más
para reunir toda la pasión.
Cuantas veces te amé,
como atardecer que busca la noche.
Hoy reclamo en esa hoguera apagada,
que robó la luna de enero.
Una fogata que encendió
tu cuerpo de mujer,
que me consumió con su llama.
Cuando un poeta llora
Cuando un poeta llora,
la noche se detiene
un momento, para compensar
sus lágrimas.
Cuando un poeta llora
las espigas en el campo
hacen una reverencia
y luego se alzan.
Cuando el poeta llora,
el crepúsculo precede
al silencio que susurra
que el tiempo se detuvo.
Cada vez que el poeta llora
se aleja de las personas
que ocultan sus apariencias
en el carnaval de la vida.
Cuando un poeta llora,
la sonrisa de un niño
se vuelve infinita
en el recodo de los recuerdos.
Cuando un poeta llora,
la levadura y la harina
se mezclan, fermentan,
nace pan nuevo que alimenta.
Cuando un poeta llora
se sienta en el umbral de la vida
abrazados lo consuela
el loco interior
que llevamos dentro.