Estamos viviendo tiempos inéditos en la vida pública del país en donde, afortunadamente, las mujeres están viviendo un momento estelar, donde cargos que antes eran impensables que pudieran ocupar, hoy ya es una realidad que, por donde se la vea, le ayuda a la vida democrática del país.
Desde hace varios años, ya vivimos la paridad legislativa, lo que obliga a que la mitad de nuestros diputados locales y federales, así como los senadores, sean del género femenino. De igual forma, dentro de las recientes reformas a la Ley Electoral, se obliga a los partidos que esa paridad la tengan en las candidaturas a gobernadores.
Lo anterior, nos ha llevado a tener unas cifras históricas de gobernadoras, las cuales hoy son 10 las que están al frente de gobiernos estatales, una verdadera fiesta democrático que jamás se había dado en el país.
Pero el avance de las mujeres no se limita a estas esferas de elección popular. La mayoría de gobiernos estatales también buscar tener un equilibrio en el género, aunque no existe ley que obligue a eso pero ya se volvió una especie de “ley no escrita”, principalmente en gobiernos encabezados por hombres, donde tratan de mandar un mensaje de inclusión a sus gobernados.
El alcance de las mujeres ha llegado a uno de los órganos más importantes que tiene nuestro sistema de gobierno: la Suprema Corte de Justicia. Y es que, por primera vez, es una mujer la que encabeza esta responsabilidad, la cual recae en Norma Lucía Piña, nombrada por sus pares como Ministra Presidenta de la Suprema Corte de Justicia.
Lo mismo sucedió recientemente en el INE órgano autónomo que, también por primera vez en la historia, es presidida por una mujer, en este caso por Guadalupe Taddei Zavala, quien se convirtió este año en la consejera presidenta del INE, en sustitución de Lorenzo Córdova, quien mantenía un enfrentamiento ya casi personal con el presidente López Obrador.
Uno de los pilares de la transparencia, el Instituto Nacional de Acceso a la Información, asediado meses atrás desde Palacio Nacional y por el partido oficialista, desde su creación también ha sido dirigida por una mujer, en este caso por la poblana Blanca Lilia Ibarra.
En Puebla, desde hace 2 años, también por primera vez en la historia, frente a la Máxima Casa de Estudios, la BUAP, se encuentra Lilia Cedillo, quien rompió con el patriarcado histórico que se vivía dentro de la Universidad.
Sin duda, no podemos dejar fuera que, por primera vez en la historia de México, si nada extraño sucede, tendremos a la primera mujer presidenta de México. Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez, cualquiera de las dos, hará historia y llegará al máximo cargo al que puede aspirar un mexicano en la vida pública.
Ciertamente aún hay mucho camino por recorrer para poner a la mujer en el lugar que se merece y abrirla plenamente a la vida pública.
Alguno de estos pendientes es la necesidad de llevar a ésta paridad de género a las presidencias de los partidos políticos, en todos sus niveles; la paridad partidista en las candidaturas a presidencias municipales (la cual solamente existe en las regidurías); la paridad en las dirigencias sindicales (históricamente representadas por los hombres); paridad en el nombramiento de direcciones, coordinaciones, jefaturas de departamentos y demás puestos que existen en la administración pública.
Es una realidad que se ha avanzado mucho, pero también es una realidad que aún queda un largo trecho que recorrer.