Dentro de los siguientes días comenzará en San Lázaro, como cámara de origen, el análisis de la Reforma Electoral que envió Andrés Manuel López Obrador. Es la misma propuesta que murió en abril pasado, junto con la Reforma Eléctrica, pero que ahora, con el maridaje PRIMor, ha resucitado (justo para Halloween).
Habrá foros y simulaciones en la sede de la Cámara de Diputados.
Sin embargo, en realidad la iniciativa constitucional se negocia en el Palacio de Bucareli y tiene como protagonistas al titular de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y al presidente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas.
De ceder el tricolor, como ya ocurrió con el tema de la Guardia Nacional, las reglas del juego electoral de 2024 serán muy favorables para el actual régimen.
Y es que, si la propuesta del Presidente de la República se aprueba sin cambios, desaparecerán los Órganos Públicos Locales Electorales (OPLEs).
Muy atentos y muy nerviosos deben estar en el Instituto Estatal Electoral (IEE) y el Tribunal Electoral del Estado de Puebla (TEEP).
Junto con esta reforma, en Puebla ya ocurrió una redistritación federal y local. En el ámbito local, dos de las 26 cabeceras cambiaron de sede. Libres y Chignahuapan ahora llevan mano. En el federal, Puebla regresará a 16 demarcaciones.
La reforma será la prueba de ácido para la alianza legislativa de facto que mantienen el PRI y el obradorismo.
Hace algunos días, fue el propio Adán Augusto quien adelantó que los priístas podrían aportar los votos para conseguir la mayoría calificada. De resultar así, los pocos que aún piensan que puede rescatarse la alianza Va por México (PRI, PAN y PRD), pueden ya darla por muerta.
De ese modo, en principio, no hay posibilidad matemática de que la oposición se presente competitiva a las urnas en 2024.
La propuesta que perfiló en Presidente de la República es radical y ha sido calificada por la oposición como un “atentado a la democracia”.
En el discurso, el obradorismo sostiene que PRI, PAN, PRD y los otros partidos se oponen porque en el centro de la iniciativa está la eliminación del financiamiento ordinario a los partidos. Es cierto, pero no lo es todo.
Los puntos medulares contemplan la modificación de la estructura del INE, para convertirse en el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC).
También desaparecer los 32 OPLEs. En Puebla, adiós IEE y TEEP.
También, la iniciativa presidencial plantea remover a todos los consejeros y los magistrados electorales, para elegir nuevos, por voto popular.
Una gran complicación: elecciones, para elegir al árbitro y al juez de las elecciones.
La reducción de legisladores: de 500 a 300 los integrantes de la Cámara de Diputados y de 128 a 96 los del Senado.
Además, desaparecerían los 300 distritos electorales federales y los diputados y diputadas de San Lázaro sería elegidos por una fórmula de representación proporcional, es decir, ¡todos serían plurinominales!
En el centro, efectivamente, está eliminar el financiamiento público ordinario a los partidos políticos.
Esto significaría que solamente recibirán recursos del erario, cuando haya elecciones. Cuando no, los mantendrían sus militantes y simpatizantes.
La Reforma Electoral que propone el Presidente es complicada.
Además, urge su aprobación, si quiere aplicarse en 2024. Es prácticamente imposible que pasen todas estas propuestas.
Pero algunas, sin duda, puede apoyar el PRI. Incluso, hacer como que propone y es tomado en cuenta.
La fórmula que se aplicó en el tema de la ampliación de la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública, hasta 2028.
Lo cierto es que esta reforma está hecha a la medida del régimen. Lo fortalecería. Un partido de Estado, con todo el control. El PRI tiene la palabra.Y cargará con el peso de la historia.