Gabriel Sánchez Andraca
Desde que ganaron la primera vez la presidencia municipal de esta capital, los panistas se han creído dueños de la plaza y desde el 2010 que “ganaron” la gubernatura, se sienten dueños del Estado, por eso el casi candidato a la gubernatura del partido conservador, Eduardo Rivera Pérez, ya se siente el triunfador del 2024 y así lo pregona.
Pero todo ha sido un espejismo: el triunfo del panismo en el 2010, se debió al fraude electoral implementado por los muy demócrata cristianos panistas ayudados por la entonces lideresa del magisterio nacional, doña Elba Esther Gordillo, que movilizó a su ejército electoral compuesto por maestros de los estados vecinos; Hidalgo, Veracruz, Guerrero y Morelos, para inflar la votación de los panistas encabezados por el ex priista Rafael Moreno Valle Rosas. Eso permitió el triunfo del PAN, en un mínimo porcentaje.
La Maestra, como se le conocía en el medio magisterial a la dirigente vitalicia del SNTE, fue considerada siempre, durante el sexenio morenovallista, como uno de los personajes políticos más influyentes en el Estado.
Cuando después de diversas maniobras politiqueras, el gobernador saliente decidió lanzar a su esposa, Martha Erika Alonso, como candidata para sustituirlo, tuvo que enfrentar la anulación del proceso de elección y su repetición en la que se le dio el triunfo gracias a la intervención de último momento, de la presidenta o algo así, de apellido Otálora, que pese a las pruebas, incluso de videos, de la implementación del fraude, se le declaró triunfadora.
La primera gobernadora del Estado solo estuvo en el poder unos meses, pues falleció en el lamentable accidente aéreo ocurrido en los rumbos de la región de Texemlucan, junto con su esposo el ex gobernador.
Hubo un gobernador interino, el licenciado Guillermo Pacheco Pulido y luego una nueva elección en la que triunfó el senador Miguel Barbosa Huerta, que gobernó hasta su fallecimiento por agravación de los males que venía padeciendo. Lo sustituyó el actual gobernante Sergio Salomón Céspedes Peregrina, que gobierna hasta la fecha.
Volvemos a repetir: Acción Nacional nunca ha sido un partido fuerte en Puebla. Sus triunfos en la capital han sido meramente coyunturales y lo mismo ha ocurrido en el interior del Estado.
LA ALIANZA ENTRE EL PRI, el PAN y el PRD, no gustan a nadie: ni a los panista, ni a los priistas y menos a los agónicos perredistas.
Ayer le informamos lo que nos dijeron priistas descontentos con esa alianza, que auguraron que 150 mil, de los 300 mil militantes del PRI que le quedan a ese partido, votarían en contra del candidato de la alianza opositora, el panista Eduardo Rivera, que ha anunciado que la licencia que solicitó es definitiva, pues está seguro de su triunfo y de su no regreso a la presidencia municipal de la capital.
No hay nada que presumir: el PAN ha perdido sus plazas fuertes del interior del Estado, entre ellas la de Tehuacán, que parecía la más sólida: tiene perdidas también, las de Texmelucan, Teziutlán, Atlixco y otras, pues sus dirigentes no son en su mayoría, en estos momentos, panistas de verdad, sino priistas llevados por el propio ex gobernador Moreno Valle Rosas, que hizo crecer a ese partido en forma artificial y que ahora ese grupo causa serios problemas al interior del partido conservador, con una división que parece insuperable. No hay nada que indique, que el partido blanquiazul, pueda ganar la gubernatura estatal.