Primero las campañas, después… el país

 

Con la anticipada campaña política para mantener el poder, transgrediendo con ello el orden constitucional, el presidente López Obrador, las corcholatas y toda la nomenclatura morenista, se enfocan al cien por ciento en estas tareas, en lugar de atender y solucionar los problemas por los que transitan millones de mexicanos que viven en total marginación, pobreza, inseguridad pública y en un estado de vulnerabilidad no visto, por lo menos, en el México posrevolucionario.

Y es que, no solo el INE de Guadalupe Taddei, quien confirmó las sospechas que afirmaban sobre su sometimiento al jefe del Ejecutivo Federal, sino el Congreso y todas las instancias gubernamentales que tienen la obligación de impedir la criminal distracción en sus tareas sustantivas del presidente. Gabinete y camarilla que los acompañan, son omisos y por ende cómplices.

A 15 meses de que concluya la actual administración y ante los indicadores negativos que prevalecen en todos los sectores y programas que miden  el PIB, los índices delictivos, la inclusión social, gobernabilidad, salud, educación y en general el desarrollo económico, además de la corrupción y la opacidad, el gobierno de la autollamada 4T busca por todos los medios mantenerse en el poder, mediante toda clase de triquiñuelas para no solo ganar la elección presidencial y la mayoría absoluta en ambas Cámaras legislativas, sino de fortalecer las estructuras de un régimen totalitario.

Los actos anticipados de campañas políticas que hacen las seis corcholatas con recursos públicos y si no tienen esa procedencia, pues la cosa está peor, porque pueden ser de origen ilícito, son afrentas al pueblo, particularmente para aquellos que menos tienen, ya que, ahora es más evidente, el olvido que padecen al dejarlos a su suerte, sin apoyo gubernamental, porque los programas de asistencialismo no alcanzan para para paliar la marginación y la pobreza, aunque eso no importa, mientras los beneficiarios voten a favor de Morena y sus rémoras.

Todo el andamiaje institucional, incluyendo los organismos que fueron concebidos para ejercer un contrapeso al Poder Ejecutivo, como la CNDH y la FGR, están alineados para cumplir la voluntad de AMLO.

El manual se aplica sin moverle una coma; veamos, se impulsa la militarización; se regala dinero público a una base electoral que ronda alrededor de 15 millones de beneficiarios; se construye la retórica oficial todos los días con pinceladas de un México que solo existe en la mente del presidente; se controla al Poder Legislativo y se golpea al Judicial para someterlo, al tiempo de apropiarse de las fiscalías estatales y de la República.

Se destinan recursos del erario y la ley del garrote para someter a los medios de comunicación y se apropian de los espacios en redes sociales para privilegiar el discurso del oficialismo.

Divide y vencerás, esa es la consigna del Foro de Sao Paulo que busca instaurar el totalitarismo en la región mediante la satanización de los ricos y de los pudientes que pretenden “aniquilar al pueblo pobre y sabio”. La polarización como arma de sometimiento.

Cuando las campañas deberían empezar a calentar motores hasta diciembre de este año, López Obrador decidió adelantar los tiempos con varios propósitos: ganarle la agenda política a la oposición y consolidar el posicionamiento de sus corcholatas entre la opinión pública; lanzar fuegos artificiales para entretener al respetable y con ello desviar su atención de los graves problemas por los que transita México; y por supuesto, mantener el poder.

En contraparte, los opositores al régimen se mantienen con una pasividad desesperante que los convierten en cómplices por omisión.

En lugar de estar denunciando a diario las atrocidades que ha provocado la ineptitud de funcionarios públicos bisoños, PAN, PRI, MC y PRD están en la lona noqueados por su propia incapacidad, irresponsabilidad y desapego a las causas populares.

Todo les sale mal y lo que no, lo complican por su visión cortoplacista y por las luchas de poder que se dan en su seno. Basta asomarse a lo que ocurre entre los tricolores con Alito y sus compinches o más aún, con los panistas, que están atolondrados, por decirlo de forma elegante, ante el control que tienen Marko Cortés y secuaces que lo acompañan, quienes buscarán a toda costa que, uno de los suyos, se quede con la candidatura presidencial del bloque opositor, por encima de otras opciones, incluyendo la propuesta que haga la sociedad civil.