OASIS. ¿Cómo apoyar a mi adolescente?

 

Gonzalo Valenzuela

 

Los adolescentes; si no los entiendes,

recuerda que tampoco se entienden a sí mismos

 

La familia es fuente de seguridad, afecto, guía, estímulo y educación de los hijos. En el seno familiar se forjan las actitudes y los hábitos que habrán de conducirlos al éxito, no sólo en el ámbito escolar, sino en todas las demás áreas de su vida.

 

Tus adolescentes te necesitan para llegar a ser adultos autónomos, responsables, satisfechos, amorosos y felices, ciudadanos activos y capaces de convivir en un ambiente de respeto a la dignidad y a los derechos de los demás.

 

Tal vez consideres que es demasiado alta la meta, porque cuando los hijos llegan a la adolescencia con sobradas energías, los padres entran a la segunda mitad de la vida, cansados y en crisis existencial de la mediana edad, climaterio o menopausia si eres mujer, en general; es un momento crítico, tanto para ellos como para ti.

 

Apoyar a los hijos no quiere decir hacer las tareas que les corresponden, sino favorecer su autonomía, motivarlos, hacerlos sentir que pertenecen a un grupo, que tiene un lugar propio y que se sientan amados, capaces y únicos.

 

¿Cómo apoyar a mi hijo adolescente…? Procúrense momentos de paz y tranquilidad consigo mismo y con su pareja, porque la van a necesitar, para manejar con serenidad y con amor las contradicciones y los vaivenes emocionales de sus hijos, soportar críticas y reclamos y al mismo tiempo promover su independencia.

 

Tu hijo pasa gran parte de su tiempo en la escuela, de manera que sus profesores adquieren un peso fundamental en su pensamiento y sus valores, en su formación y desarrollo tanto intelectual como social; una forma de ayudarlos es asegurando su asistencia a clases todos los días, interésate por lo que aprende, habla regularmente con sus maestros y asesores, aumenta el grado de colaboración con ellos.

 

Recuerden que padres y maestros deben formar un verdadero equipo, donde exista, además de ayuda mutua, una comunicación clara, directa y respetuosa, ya que comparten una meta común; dar a su hijo la mejor educación posible. Habla con respeto de sus maestros, recuerda que ellos son la autoridad dentro del salón de clases y tus hijos deben aprender a respetar las reglas establecidas.

 

El comportamiento de tus hijos en la escuela, suele ser un reflejo de lo que ocurre en la vida familiar, por lo que sería muy conveniente que revisaran junto con ellos, cuáles son los nuevos hábitos y rutinas que habría que cambiar y cuáles costumbres valiosas deben mantenerse para satisfacer las necesidades de cada quien, con cierta organización, siguiendo un orden y un horario establecidos con anterioridad.

 

Lo más difícil no es fijar los hábitos, sino mantenerlos; para ello es importante ser firmes y constantes, recuerda el objetivo; que tus hijos aprendan a auto-regularse, que sean independientes. Por lo general, les lleva tiempo llegar al autocontrol, pero bien vale la pena, trata de llegar con ellos a acuerdos y establecer compromisos, revísenlos cada vez que sea necesario y apliquen consecuencias si no se cumplen.

 

Si sus hijos entienden sus deberes y compromisos, podrán sentirse más seguros, no habrá sorpresas, jaloneos o discusiones. Pueden retomar la cuestión del orden, ya que, con éste, se les hará más fácil estructurar las ideas, encontrar las cosas que necesiten, ahorrará tiempo, y les hará la vida más agradable. Habitúalos a mantener arreglados sus objetos personales, su cuarto y a organizar su tiempo.

 

Dos importantes hábitos más son; la cortesía (ser puntual, escuchar con interés, contestar con amabilidad, pedir las cosas por favor, dar las gracias, esperar su turno, no interrumpir, etc.) y el de compartir las labores del hogar, ya que el primero es una forma de respeto y consideración para mejorar la convivencia con los demás y el segundo, les ayudará a sentirse útiles, independientes y a valorar el trabajo ajeno. Si no cultivaste estos hábitos en la niñez, recuerda que nunca es tarde para hacer lo correcto.

 

La armonía en la vida familiar les proporciona confianza y seguridad en sí mismos para ir en pos de cualquier sueño y afrontar tiempos difíciles; sus desconciertos, sus miedos y desalientos, sin rendirse jamás.

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