La masacre de Atlixco

 

Victor de Regil

El infierno se desató en uno de los municipios más importante de Puebla. El multihomicidio de nueve personas, tres de ellas mujeres, en una casa de la colonia Francisco I. Madero, del municipio de Atlixco, tiene todos los indicios de un ajuste de cuentas entre narcomenudistas, como han adelantado las autoridades en su hipótesis más sólida, tras las primeras investigaciones que se han realizado. Y, aunque las evidencias muestran que se trata de un hecho muy específico, y no es resultado del flujo de la incidencia delictiva, las alertas se han encendido por los ojos de delincuentes ajenos a Puebla, que están viendo a nuestro estado, como lo ha sido por muchos años, como una plaza para sus actividades.

Aunque a las autoridades lo que les preocupa es que el crimen organizado encuentre en Puebla una zona fértil para delinquir. Para nadie es un secreto que en municipios como Puebla, San Andrés y San Pedro Cholula y Atlixco, líderes de cárteles los tenían como su residencia de descanso y ocultamiento, pero nunca para dedicarse “formalmente” a delinquir en territorio poblano. Por eso es que las preocupaciones aumentan.

Los hechos que ocurrieron la noche-madrugada el número 311 de la 27 Poniente de esa ciudad han merecido la atención nacional.

Atlixco, destino turístico, Pueblo Mágico y lugar de descanso y visita de poblanos y turistas de otras entidades y países, no había presenciado nunca un crimen tan atroz. Pero los asesinatos tienen, de acuerdo con las indagatorias, elementos específicos. El narcomenudeo como marco perverso.

De lo que se sabe es que los agredidos no eran poblanos, provenían de Estados vecinos como el de Veracruz. Quienes participaron en este enfrentamiento o ejecución, tenían poco que haberse asentado en ese municipio, lo que no le resta gravedad al tema. La disputa por una maleta de droga pudo haber sido la causa de la masacre. Lo que revela la disputa territorial entre al menos dos grupos o cárteles de las drogas.

No hay que olvidar que fue con el panista Guillermo Velázquez Gutiérrez, que el problema del narco se disparó en Atlixco. No sólo no le preocupó, sino que lo dejó crecer por omisión o comisión.

Ante esto, en su conferencia matutina, el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, ofreció los datos que el sigilo de las investigaciones le permiten informar. “En una zona de clase media, evidentemente por los primeros datos que se tienen, el lugar donde fueron ejecutadas estas personas era un lugar de distribución y venta de droga. Hasta ahorita la información con la que se cuenta nos rebela la identificación de los ejecutados, pero al parecer no son de Atlixco ni son poblanos.

Entre otros datos, han trascendido testimonios anónimos de los vecinos de la zona, de que en esa casa constantemente había camionetas de lujo. Que, además, llegaban y salían también varias motocicletas.

“Fue una ejecución entre bandas de personas que llegaron a Atlixco, a cometer delitos de narcomenudeo y muchas otras cosas”, apuntó también el gobernador este miércoles.

En un pronunciamiento, Barbosa aseguró que el gobierno de Puebla responde con solidez. Que la Policía Estatal trabaja coordinadamente con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Guardia Nacional y la Fiscalía General del Estado (FGE), ante los hechos sangrientos de Atlixco.

Para este caso, en específico, anunció que personal de la Coordinación Nacional Antisecuestros se sumará a las investigaciones.

Todo encaja, efectivamente, en la hipótesis del grupo delincuencial que vino a asentarse a Puebla.

Las investigaciones seguirán y las alertas están encendidas.

Sobre todo para los presidentes municipales, quienes o se ponen las pilas o terminarán quemados en medio del infierno de la delincuencia organizada.