La batalla por el magisterio

Victor de Regil

Una batalla que está por librarse y de la cual se ha hablado poco, es lo que respecta a los cambios en los sindicatos educativos que están por venir. Y es que, luego de dos años de postergación, por la pandemia de COVID y otras causas, de los procesos de renovación de las dirigencias de las 61 secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y su secretaría general del país, por primera vez el magisterio ha comenzado a acudir en algunas entidades a una elección directa en las urnas. En Puebla deberán ser elegidas las dirigencias de las secciones 23 y 51, pero es esta última la que más llama la atención.

Los docentes y el cuerpo administrativo, afiliados al sindicato más grande de Latinoamérica, tienen una inherente complejidad en su vida gremial. Hay mucho en juego. Especialmente los abundantes recursos económicos. Control político de un sindicato que es particularmente participativo en política.

Por ello, las dirigencias nacionales han sido históricamente míticas, para bien y también para muy mal. Ahí están dos ejemplos, en las épocas contemporáneas, de Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo Morales. La capacidad de movilización y vigilancia de las elecciones constitucionales de los maestros ha sido siempre notable. El apoyo del magisterio puede ser definitivo en cualquier elección.

De ahí que las renovaciones de sus secciones sea siempre un infierno. Ahora además será por voto directo en las urnas.

Lo anterior es derivado de que  en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) marca eso a los sindicatos, además de la nueva legislación laboral y procesal de los conflictos gremiales en los tribunales de nuestro país.

El SNTE ha venido renovando dirigencias en varios estados. Se prevé que antes de que concluya el primer semestre de este 2022, ocurrirá la elección en Puebla, en sus dos secciones. Pero es la 51 la que, por ahora, se lleva la mayor atención. Ahí el dirigente, quien ha permanecido tiempo extra, sobre todo por la postergación de la elección a causa de pandemia, es Jaime García Roque.

Para muchos, su relevo es urgente. Es un tema de salud sindical. También de sanidad política. Es por el bien del gremio todo, luego de dos años extras que se ha mantenido en el cargo. El periodo de García Roque se venció el 16 de diciembre de 2020.

Para convertirse en la nueva cabeza de la esa Sección 51 del SNTE Puebla, los aspirantes son:

Dinorah García Hernández, actualmente directora del Fondo de Ahorro de la Sección 51.

Para ella el panorama no es halagüeño, por las acusaciones de corrupción, de varios de los agremiados.

En el pasado, era un Congreso de delegados el que definía al nuevo secretario o secretaria general de la sección, pero ahora con el voto directo, la simpatía y confianza de los agremiados se hace fundamental.

Dinorah carece de esas cualidades entre sus compañeros.

También aspira a la representación sindical Felipe Neri Morán Álvarez, quien se desempeña actualmente como secretario de Finanzas del SNTE 51.

Morán presume una supuesta amistad con el senador de Morena Alejandro Armenta. Las alianzas políticas no son nuevas ni debieran ser satanizadas en el SNTE. De hecho, no lo son.

El tema negativo, que nos hace ver una fuente desde dentro de la sección, es que Felipe tiene una trayectoria de inmovilidad. No ata ni desata.

Simplemente, no ha destacado precisamente por su utilidad y servicio al gremio.

Finalmente, en la terna de aspirantes está Alfredo Gómez Palacios, quien es secretario de Préstamos del ISSSTEP en esa SNTE 51.

Tiene también cercanía con legisladores de Morena y en su hoja de vida destaca que es un docente que tiene también la licenciatura en administración de empresas y la maestría en educación.

Gómez Palacios, a diferencia de los otros dos, afianza su aspiración en una trayectoria de más de dos décadas en distintos cargos sindicales.

Al llegar ya al cuarto mes del año, se ven impostergables las decisiones.

Por supuesto en el SNTE 51 hay grupos políticos. Genuinos intereses. También torcidas intenciones. Pero será también por primera vez una votación directa. En un muy acalorado proceso.