Jesús Alberto Cervantes Villegas (Veracruz, México. 1980)
Es Licenciado en Educación Primaria (CESER) y Lic. en Pedagogía con especialidad en Español (Universidad del Golfo), ha tomado diversos cursos, talleres y diplomados de actualización docente de forma presencial y en línea en diversas instituciones como el Tecnológico de Monterrey, INEE, Instituto Consorcio Clavijero, UNAM, Universidad de Cambridge, Universidad Pedagógica Veracruzana, ILCE, ICATVER. Está interesado desde hace varios años en la capacitación docente como estrategia de mejora. Ha escrito y publicado algunos cuentos cortos infantiles y artículos docentes. Actualmente es director de educación primaria en la zona estatal 059 y profesor de grupo en la zona 075 federal, en la ciudad y puerto de Veracruz.
El peor padre del mundo
Para: Alberto Cervantes Guzmán
Muchas cosas se han escrito sobre nuestros padres y madres, figuras centrales en la formación y crecimiento de todos los individuos, es cierto que no existe una sola categoría o ideal de ellos, distintas características los describen y distinguen, quiero resaltar que no tomaré ninguna posición en lo que se refiere a señalar cuáles son los mejores, sólo aprovecho el momento para comentar que yo tuve el peor padre del mundo, algunos motivos son los siguientes:
Yo tuve el peor padre del mundo, diariamente me expresaba: estudia arduamente y cumple con tareas.
Yo tuve el peor padre del mundo que me señalaba enfáticamente: aprende y/o desarrolla habilidades, hábitos y adquiere oficios que el día de mañana te ayudarán a enfrentar desafíos.
Yo tuve el peor padre del mundo, porque gracias a él no trabajé y enfoqué mi vida a formarme y capacitarme en diversos rubros.
Yo tuve el peor padre del mundo, quien nunca se quejó por comprarme libros y materiales escolares, aunque en sus gastos personales se limitaba.
Yo tuve el peor padre del mundo, repitiéndome constantemente literatura, deporte, idiomas, profesión, etc.
Yo tuve al peor padre del mundo que no me brindó lujos, sino despertó la tenacidad para que lograra mis sueños.
Yo tuve al peor padre del mundo quien tomados de las manos me mostró las dificultades del mundo y orientó cómo enfrentarlas.
Yo tuve al peor padre del mundo, motivándome a dejar el hogar a los 18 años, para construir mi propia historia.
Yo tuve al peor padre del mundo que me enseñó a diferenciar entre ser hombre y niño, recordándome la frase: para las mujeres y diversión eres adulto, pero en el trabajo y obligaciones eres un niño, ¡no hijo mío!
Yo tuve al peor padre del mundo que el alcohol dominó por varios años, quien en su sapiencia solicitaba al mesero que me sirvieran refresco, alejándome de este mal hábito.
Yo tuve al peor padre del mundo, ¡pobre de mí! cuando me sorprendía fumando me regañaba sin cesar.
Yo tuve al peor padre del mundo que a través de sus narraciones, fomentaba el desarrollo de mi imaginación, el tesoro que más valoro como ser.
Yo tuve el peor padre del mundo ausente en mis graduaciones, pero el más honesto y feliz por la meta alcanzada.
Yo tuve al peor padre del mundo, el cual no pretendía regalos costosos de mi parte, sino sólo deseaba un hombre con cultura y gran conversador.
Yo tuve al peor padre del mundo, hombre preocupado por su familia que en el lecho de muerte me encargó a su esposa (mi madre), su hijo (hermano) y enfatizó en desarrollar hábitos de vida en mi hijo Daniel Alberto, como él los promovió en mí.
Con todo mi amor para mi padre Alberto Cervantes Guzmán, el gran hombre que influyó en mí, aquel personaje quien no tuvo profesión y que utilizando métodos pocos ortodoxos, posibilitó una forma de ver la vida, miradas y discursos que ejerzo día con día. Se te extraña como el primer día de tu ausencia, pero seguimos en comunicación a través de mis oraciones y cada vez que te cito por los aprendizajes que fomentaste. Hoy escribo y leo en voz alta esta carta para constatar al peor padre que fuiste en vida.
Atentamente
Jesús Alberto Cervantes Villegas