Grandes exploradores

Alejandro Cañedo Priesca

Normalmente, no te levan­tas un día de la cama y, sin más, abres la puerta de tu casa y te vas a recorrer el mundo. Seguro que ha pa­sado en alguna ocasión, pero no es lo ha­bitual. La imaginación del ser humano es como una hoguera que necesita ser ali­mentada. Muchas personas vienen con una carga genética aventurera bastan­te desarrollada, pero necesitan la chispa que encienda esa hoguera que en lugar de consumir, alienta la vida.

Antes de que existieran las redes so­ciales, las tarjetas de crédito o los celu­lares, viajar era algo tan peligroso como emocionante. Durante siglos, gente con apetito por la aventura ha dado impul­so a la humanidad para explorar el mun­do, descubrir nuevas culturas y allanar el camino.

Uno de los exploradores más recono­cidos del siglo XIX fue, sin duda, el britá­nico Livingstone, que se aventuró con 28 años a descubrir las grandes maravillas del continente africano. Fue el primer eu­ropeo en disfrutar del maravilloso espec­táculo de las cataratas Victoria, a las que bautizó así en honor a su reina, buscó las fuentes del Nilo, regresó a África donde, tras varios años, se perdió su pista. El pe­riódico New York Herald organizó una ex­pedición para encontrarlo que fue confia­da a Henry Stanley. “El doctor Livingsto­ne, supongo”, esta frase forma parte de la leyenda sobre el encuentro entre am­bos a orillas del lago Tanganika, en 1871. También luchó contra la esclavitud y lle­vó una vida tan intrépida que se convir­tió en vida en un personaje de leyenda. A solo 10 kilómetros de las cataratas Victo­ria se halla la ciudad de Zambia, que lle­va su nombre.

Otra de los grandes en la exploración del mundo es Amelia Earhart, con 22 años vivió por primera vez la experiencia de volar, y supo que nunca más dejaría de hacerlo. Amelia nació en 1898 en Kan­sas, Estados Unidos, sin saber que la his­toria y su tesón la convertirían en la pilo­to más famosa de todos los tiempos. Sus grandes hazañas pasan por haber sido la primera mujer en sobrevolar el Atlántico en solitario, ir de California a Hawái, pe­ro sobre todo, hacerse con el mayor reco­nocimiento en un mundo que a comien­zos del siglo XIX estaba completamen­te liderado por los hombres. Su gran reto fue intentar dar la vuelta al mundo en su avión Electra, aventura que intentaría lle­var a cabo junto a su copiloto y navegan­te Fred Noonan en 1937. Lo último que se supo de ellos fue que volaban hacia la isla de Howland, en el Pacífico. Jamás se encontraron sus restos.

Edmund Hillary, el montañero, explo­rador y filántropo neozelandés es conoci­do mundialmente por ser uno de los dos primeros hombres (junto al sherpa Ten­zing Norgay) en ascender a la cima del pi­co más alto del planeta; el Everest, tam­bién forma parte de esta lista, realizó mu­chas más expediciones a lo largo de su vi­da, llegando a los dos polos de la Tierra. Su afán de superación, amor por la aventura y su fortaleza física le valieron el recono­cimiento de todos los que le conocieron.

Estos exploradores tenían algo en co­mún: su curiosidad por el mundo y su va­lentía. ¿Qué esperas para hacer lo mismo?

¡Viajemos Juntos!

 

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