EN LAS NUBES. Nos lo dice el Evangelio

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Anoche, desde Austin, Texas, donde radica por meses, mi ahijada y hermanita Marina Ravelo Galindo nos envió esta felicitación que comparto con todos ustedes:

“En pocas horas será noche buena.

Te deseo paz salud y tranquilidad y la inmensa felicidad de poder arrullar al Niño Jesús que pronto nacerá en un pesebre, pero también en tu gran corazón ♥️ .

“Te amo  con todo mi corazón y para mañana te deseo una muy Feliz  Navidad y muchas bendiciones también de parte de Juan y la familia de nuestros hijos Gonzalo y Marina.

“Mejor te escribí porque no me oíste”.

Cierto, pese a mis orejotas. Pero veo y leo. Gracias.

La Santa Madre Iglesia, en su Evangelio, nos revela cómo llegó el cuerpo de Cristo al vientre de su madre María.

Es breve, sencillo y fácil de entender. Nosotros con infinita devoción, reproducimos el Evangelio, explicativo, según San Mateo.

“Cristo vino al mundo de la siguiente manera:

“Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo.

“José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarlo en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños:

“José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo.

“Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

“Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías:

He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

“Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

“Y sin que él hubiera tenido relaciones con ella, María dio a luz un hijo y él le puso por nombre Jesús”.

Y algo más, por este día:

De vez en cuando, todos damos consejos a las personas que nos rodean.

A medida que envejecemos, tenemos más y más consejos que dar basados en nuestra propia experiencia.

Pero la forma en que los damos puede ser bastante diferente, según nuestra personalidad y cómo nos gusta resolver nuestros propios problemas.

Les vamos a hablar de José, un chico de un carácter difícil.

Siempre hay alguno así, de esos que siempre están quejándose, protestan y molestos con los demás sin razón alguna.

Un día, su papá, con el fin de hacerle pensar en su manera de comportarse, le dio un saco de clavos y le dijo que clavara uno en la valla del jardín cada vez que perdiera la paciencia y se enfadara con alguien.

Él lo pensó bien y vio que su padre tenía razón. Tenía que cambiar.

El primer día clavó ¡17 clavos!

Durante las semanas siguientes se concentró en controlarse y día a día disminuyó la cantidad de clavos nuevos en la valla.

Había descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos.

Finalmente llegó un día en el que ya no clavaba ningún clavo nuevo.

Entonces fue a ver a su papá para explicárselo.

En esta ocasión su papá le dijo que era el momento de quitar un clavo por cada día que no perdiera la paciencia.

Los días pasaron y finalmente José pudo decirle a su papá que había quitado todos los clavos de la cerca.

El papá llevó a su hijo hasta la valla y le dijo:

«Hijo, te has comportado muy bien, pero mira todos los agujeros que han quedado en la valla. Ya nunca será del todo como antes.

Cuando te enojas con alguien sin razón, y le dices cualquier cosa ofensiva le dejas una herida como ésta.

Puedes clavar una navaja a un hombre y después retirarla, pero siempre quedará una huella».

Es muy importante pedir perdón y compensar en lo posible por el daño hecho, sin embargo, es muy posible que permanezca una marca de la herida.

Por eso, lo mejor es guardar la paciencia y evitar estar molestos con los demás sin motivo alguno, ya que los otros no tienen la responsabilidad de lo que sucede dentro de nosotros.

Doble enseñanza, hoy. Bendita Navidad por su enseñanza.

craveloygalindo@gmail.com