EN LAS NUBES. Del despiporre intelectual 22 (veintidós) y fin

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Acabamos los olímpicos en cuarto de todo. Medallas de bronce, cuatro. Lugares, en cuarto y llegamos al cuarto para las doce.

Ni modo, perdón por decirlo: son ellos, nuestros deportistas como los políticos: de cuarta.

Esperemos la próxima. Generación de ambos.

Sería una descortesía no invocar a la arquitecta Yolanda Gómez Cobián quien nos auxilió para obtener del libro Introducción a la gramática periodística –el despiporre intelectual–, capítulo por capítulo de sus cien páginas, que ella rescribió de nuestro libro y que hoy concluimos.

Tenemos de quien es secretaria general de la Asociación de Colonos de Ciudad Satélite –diez mil asociados—una breve “historia” que simplemente, sin su permiso, reproducimos:

“Arquitecta Yolanda Enriqueta Gómez Cobián. Nací en la Ciudad de México en 1955.

Fui la tercera y después dos hermanos más chicos.

Mis padres Alejandro Gómez Béjar y Yolanda Cobián de Gómez.  Una familia tradicional, rodeada de amor y juego.

Mi Padre en aquel entonces su única exigencia fue el estudio, fue un hombre bien querido, por la familia y sus amigos (Familia Ravelo).

Mi madre dedicada a su esposo y al cuidado de nosotros.

Un ambiente en mi infancia rodeado de armonía y calor familiar.

En esa época por la gran amistad que existía, Betty y Carlos Ravelo apadrinan a mis dos hermanos mayores en su comunión. Estrechan aún más su amistad, que, en la historia, con los abuelos también fueron muy buenos amigos.

Cuando cumplí 18 años tuvimos un colapso familiar.

Mi padre el contador público Alejandro fallece por un accidente y obvio, abandona a toda la familia.

Mi madre Yolanda con la fuerza interna que siempre la caracterizó, tuvo que trabajar y salir adelante.

Como hermanos nos unimos todos alrededor de ella y con amor y cuidado mutuo pudimos superar nuestra gran perdida.

En el transcurso de los siguientes tres años, perdimos a los dos más pequeños de la familia en distintos eventos de tragedia, en accidentes.

Norma y Eduardo.

Mi madre y los que quedábamos nos unimos más en la lucha por sobrevivir juntos a tal desgracia. Ella siempre fuerte y recta ante la vida. Nos tomó de las manos y nos enseñó a seguir en la lucha.

Logramos terminar nuestras carreras los tres que quedamos, Ester, Alejandro y en particular la mía, está dedicada a ellos.

Carlos Ravelo Galindo y Bety su siempre amada compañera han sido guía desde que mi Padre se ausentó.

Son la generación de nuestros padres con los conceptos valiosos de aquella época.

De ellos hemos aprendido mucho.

Hay mucho que hacer todavía para las nuevas generaciones y aportar para un mundo mejor lo que hemos aprendido.

Los quiero Familia Ravelo Galindo”

Texto tal como lo encontré en mi archivo.

Terminemos pues hoy con el final del Despiporre Intelectual, doña Yolis, en donde describes:

 

Fue Salvador Novo, entre un ciento de cosas más, un epigramista fulminante. Sus versos, mortales mordeduras de serpiente de cascabel no dejaron enemigo sano.

A él le atribuyen los siguientes botones de muestra.

A un poeta “mafioso”, de andar ondulatorio y pestañas rizadas a su regreso de Europa:

 

Este poeta amafiado

                            media Europa ha recorrido;

                            se nos fue sobresaltado

                            y volvió sobrecogido.

 

En su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, que es a la vez uno de los ensayos mejor logrados sobre el humorismo en México.

Teodoro Torres transcribe el epigrama que Novo dedicó a un escritor que no era de su agrado:

 

Tiene la talla que empinas

                            las obras que tú perpetras,

                            proporciones muy mezquinas:

                            que mejor que hombres de letras

                               eres hombre de letrinas.

 

Cuenta en su haber, asimismo, una cuarteta impregnada de ponzoña cuya víctima fue Luis Spota:

 

Este grafococo tierno

                            lleva por signo fatal

                            en su apellido paterno

                            la profesión maternal.

 

  1. g) ANÓNIMOS

 

Hace algunos años la Suprema Corte de Justicia lució en sus muros, durante largo tiempo, tremendas cuarteaduras que pedían a gritos un inmediato apuntalamiento.

Este se llevó a efecto solamente después de que un guasón con ingenio colocó, junto a una de las impresionantes grietas, el comentario siguiente:

 

Por descuido o por malicia

                            Esta casa se desquicia.

                            Pero ¿A quién cabe en el juicio

                            Hacer tan grande edificio

                            Para tan poca justicia?

 

 

  1. h) PACO PÍLDORA

 

A propósito de una colecta pública para el remozamiento de la iglesia de la Asunción del puerto jarocho, paco Píldora-seudónimo del humorista Francisco Rivera- escribió los siguientes versos:

 

La Torre de la Asunción

                            está que se cae de risa,

                            como dice la canción.

                            Y si no nos damos prisa

                            para su reconstrucción,

                            ¡Le “cai” al que vaya a misa!

 

 

  1. i) GONZALO CARRANZA

 

Cierta vez el periodista Gonzalo Carranza se detuvo a dar limosna a un mendigo que a más de carecer de ambas piernas, tenía fama de excelente guasón.

 

Elmer Homero puso en verso el diálogo entablado entre el periodista y el mendicante, como ejemplo del desparpajo con que el mexicano maneja el albur:

 

Al ver sus patas de pino

                            cuando a su vera acudió

                            Gonzalo se condolió

                            de un cojo y de su destino.

                            Pero el cojo, que era malo,

                            todavía con sorna atroz

                            trató de darle esta coz:

                            -Aquí me ves hecho un palo.

                            A lo que espetó Gonzalo

                            -Dirás mejor que hecho dos.

 

  1. j) MUERTE DE ENEAS

 

Federico Hernández, un humorista chiapaneco de principios de siglo, caminaba cierta vez con la cabeza baja y la huella de un terrible abatimiento. Un amigo se le acercó a preguntar el motivo de tal estado de ánimo, y el humorista le contestó:

 

Eneas, mi perro querido,

                            murió, y aunque no lo creas,

                            tanto, tanto lo he sentido,

                            que aún estando bien dormido

                            sueño que me lame Eneas.

 

 

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