El “PRIMOR” poblano

 

¿Qué posibilidades reales existen para que el PRI y Morena compitan en futuros procesos electorales en alianza? Y es que, la alianza PRIMor en Puebla difícilmente, o “jamás”, como dijo a manera de rectificación la presidenta estatal de Morena, Olga Lucía Romero Garci-Crespo, podría formalizarse en las boletas para 2024.

Sin embargo, de muchas maneras ya existe en el estado, en el trabajo cotidiano del Poder Legislativo, tanto como en la preparación a la Madre de Todas las Elecciones, para la que los principales operadores y ex operadores del tricolor se han convertido en los nuevos comandantes en algunas trincheras del lopezobradorismo poblano.

La realidad es que los verdaderos líderes de tierra del priísmo local se comenzaron a ir masivamente desde la elección extraordinaria de 2019.

Después, en 2021, con la elección intermedia se terminaron de sumar de facto y públicamente al morenismo y al barbosismo.

Hoy, prácticamente nadie con fuerza real en su región o en su distrito está honestamente, sin simulaciones, con el PRI. Por todo el estado el PRIMor es una realidad prácticamente desde el año 2018.

Desde mucho antes que la dirigencia nacional del tricolor se doblara ante el lopezobradorismo, tras la operación del secretario de Gobernación federal, Adán Augusto López Hernández.

Alrededor de 20 presidentes municipales que llegaron al cargo por el PRI -del medio centenar que son-, ya son descaradamente operadores del actual régimen.

También, el último grupo importante de líderes territoriales reales que tenía el tricolor poblano, alrededor de cien hombres y mujeres que fueron presidentes municipales entre 2014 y 2018, ya trabajan para una de las principales corcholatas estatales.

Una de las fichas que también estuvo en ese partido. Aquella fue una generación interesante. Ellos y ellas le dieron sus últimos triunfos importantes al tricolor e incluso fueron una resistencia real al morenovallismo.

Esas ya son solamente evocaciones de un partido que una vez existió. La alianza entre Morena y el PRI también hace mucho que se da en el terreno legislativo local.

Los siete integrantes que tiene la bancada tricolor en el Congreso del Estado respaldan al Ejecutivo y a su partido en la mayoría de las iniciativas.

Lo hacen por convicción más que por conveniencia. La agenda legislativa la marca la mayoría. Hay una buena relación.

Incluso, para nadie es un secreto que el propio gobernador Barbosa ha encontrado en muchos priistas mayor entendimiento y mejores relaciones en acuerdos que con los miembros de su propio partido, pues Morena, en Puebla, se encuentra completamente dividido en al menos tres grupos que buscan ser los hegemónicos.

Ahora menos que nunca, desde el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) nada les pueden reclamar. Su propio presidente, Alejandro Moreno Cárdenas, ha marcado esa ruta. Moreno está acordando con el gobierno federal sacar las reformas prioritarias para el presidente López Obrador y, por otro lado, sigue coqueteando con la oposición para ir en alianza en las elecciones de 2023 en Coahuila y Estado de México así como en la presidencial de 2024.

Sin embargo, hay que tener claro que no hay forma de que en la misma boleta, en 2024, los escudos de uno y otro partido vayan juntos. Sería contrario incluso a los principios de la Cuarta Transformación.

Muchos piensan que el lopezobradorismo no llegaría a tanto. Pero, además, no hay necesidad de una alianza formal. Basta con una alianza efectiva, pues el membrete es lo de menos.

Los votos y el control territorial son, al fin de cuentas, lo que realmente importa y pesa tanto a la hora de gobernar como en los procesos electorales.

Los acuerdos en las mesas secretas son más eficientes que las firmas en los convenios ante los institutos electorales. Si no, pregúntenle al PAN.