El nuevo rostro de Morena en Puebla

 

Después de varios meses y de una elección manchada por irregularidades, Morena en Puebla ya cuenta con una nueva dirigencia con la que hará frente el proceso electoral de 2024.

Para entender de qué se trata la nueva configuración de la dirigencia y el Consejo Estatal de Morena en Puebla, hay que advertir dos datos elementales: 1) por primera vez el grupo que gobierna tiene además el control del partido; 2) los clanes Mier, Vivanco, Méndez y otros quedaron anulados y se exhibieron como incapaces de movilizar a sus supuestos seguidores y, en último recurso, generar acuerdos. Con este escenario, se transitará en 2024 la Madre de Todas las elecciones.

La elección interna del pasado 30 de julio no pudo ser impugnada en la mesa, como pretendían los perdedores.

Aquellos grupos que no pudieron colocar a sus consejeros quedaron evidenciados como clanes minúsculos, sin fuerza y sin representación real, aunque sí con relaciones en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN).

Que de todos modos no les sirvió, pues desde la dirigencia nacional se validó la elección poblana.

La nueva presidenta es la diputada local con licencia Olga Lucía Romero Garci Crespo y el secretario general es Agustín Guerrero Castillo.

Ella además de haber sido reelecta por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en el Congreso local, al que pidió licencia, es de Tehuacán.

Eso, en el contexto del cariño del gobernador Miguel Barbosa Huerta por el segundo municipio más importante del estado, tiene un simbolismo especial.

Le falta mucha experiencia, pero también el cargo le viene como el reto más importante de su carrera.

Aseguró, de entrada, que no habrá operación cicatriz, sino operación de unidad. Comenzó, al menos con esa respuesta, bien y generando expectativas positivas.

Guerrero, en cambio, es un viejo lobo de mar. Su carrera política la desarrolló, antes de llegar hace unos años a Puebla, en el entonces Distrito Federal en el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Fue dirigente perredista en la capital del país entre 2003 y 2005, justo cuando Andrés Manuel López Obrador era el jefe de Gobierno.

Agustín hace política desde sus tiempos de bachiller en el CCH Sur de la UNAM, para acabar pronto.

Aunque lo ven como fuereño, tiene rato asentado en Chipilo. Él aporta la experiencia. Morena será por primera vez el partido en el poder, porque la corriente que lo dirige en Puebla es la del gobernador.

La dirigencia deberá también tener una estrategia de acompañamiento a su grupo mayoritario en el Congreso del Estado y al mandatario.

Tiene todo que hacer, porque nada está en estos sentidos hecho. Pero también se presenta un horizonte lleno de oportunidades.

También esta dirigencia será la que influya de manera definitiva en la designación de candidatos estatales en 2024. En los 217 municipios. En las 41 diputaciones locales, 15 plurinominales y 26 de mayoría relativa.

Es la dirigencia barbosista la que definirá, en lo legislativo, la primera mitad del próximo sexenio. Eso es un dato insoslayable.

Al poner la mayoría de los candidatos y candidatas que podrían llegar a la LXII Legislatura de Puebla (2024-2027).

La nueva dirigencia, al menos en el ámbito de las definiciones estrictamente locales, deja fuera a los Mier, las Vivanco y muchos otros.

Lo que respecta al grupo del senador Alejandro Armenta, al menos en la pasada elección interna, se cocinó aparte, porque supo cómo y dónde jugar.

Los resultados desnudaron las debilidades de los marginales, como se les ha llamado. Quedaron fuera de la jugada.

Tuvieron meses para preparar la elección y no pudieron.

Se quejan de la fuerza del barbosismo, pero fueron incapaces de diseñar el antídoto.

Luego, ni siquiera pudieron plantear acuerdos mínimos.

Así avizora Puebla, desde Morena, el 2024.