Atilio Alberto Peralta Merino. «Compendio diplomático»

Por: Atilio Alberto Peralta Merino

Recuerdo un libro formidable de Luis Malpica de la Madrid,  leído años atrás, en el que se hace un estudio comparativo entre la traducción lograda por Jean Francois Champollion de los acuerdos de armisticio suscritos en la antigüedad  entre egipcios e hititas con la regulación plasmada en la “Convención de Viena de Derechos de los Tratados” de 1969, aquel libro sobre la emblemática “Piedra Rosetta”,  asume el significativo título de:  “La Historia comienza en Egipto con un acto de Derecho Internacional”.

Episodio  del incipiente “Derecho de Gentes” con el que,  por lo demás,  Luis García y Erdamnn da inicio a sus disquisiciones sobre la historia diplomática y  que continúa con momentos culminantes, como lo es al afecto  la actuación de los embajadores de la República de San Marcos en la Italia del Renacimiento , extendiéndose en sus deliberaciones hasta los días que hoy corren, en los que el “Compendio Diplomático” de Luis García y Erdmann se erige en lectura obligada.

Recientemente, los mandatario de Rusia y de China se encuentran en Moscú,  y de inmediato el General Patrushev declara que los vecinos del sur de Estados Unidos tarde que temprano recobrarán los territorios de los que fueran despojados en el pasado,  incidente que en mucho rememora al episodio del «Telegrama Zimermann»  que se diera en medio de  la Primera Guerra Mundial.

Inversión total de coordenadas y patrones en el escenario del mundo del que regía en aquellos días,  en los que nuestra misión diplomática en Beijing era presidida por el embajador Fernando Flores Tejada, cuando el gobierno de México bajo la conducción del presidente Echeverría fungía como facilitador de los acuerdos entre la “Casa Blanca” y “Zhongnanhai”.

Momentos en los que el autor del “Compendio Diplomático”, era tercer secretario de aquella embajada, y con cuyo carácter asistiera a los funerales de estado del mítico primer ministro Zhou Enlai,  no en balde, es referida en la obra la personalidad del Henry Kissinger como una de las figuras emblemáticos de la diplomacia en el mundo.

Deja, no obstante, en lo personal, el autor deja pendiente de satisfacer mi curiosidad respecto a su valoración sobre algunos diplomáticos destacados, y en el caso concreto de los Estados Unidos pienso en el caso de George Kennan, cuyas consideraciones podrían resultar por demás aleccionadoras ente los sucesos en marcha.

En la antología recopilada por José Luis Orozco ( EL TESTIMONIO POLÍTICO NORTEAMERICANO: 1890-1980) puede leerse el ensayo de mayo de 1945 “el nuevo razonamiento estratégico”:

“En su misma incesante campaña de prensa contra los elementos reaccionarios y “los vestigios del fascismo” en el exterior, ha dejado cuidadosamente abierta una puerta para poder retirarse en cualquier momento a una posición de desafiante aislamiento.”

El abanderamiento de la causa de la independencia de Gracia ante los otomanos que al paso del tiempo llegó a identificarse con Lord Byron, y el dudoso honor de haber proclamado el llamado “coque de las civilizaciones”, identificado hoy en día con el ex consejero de seguridad de la Casa Blanca Samuel Huntington,  dota de enorme relevancia al testimonio plasmado en las “Memorias de Ultratumba” por  Fernando  Renato de Chateaubriand, en las da cuenta sobre su actuación como encargado de asuntos exteriores del régimen de la “restauración” de Luis XVIII , en lo personal, mucho me agradaría conocer la opinión  experta que al respecto de ello se ha forjado Luis García y Erdmann y acaso bien pudiera ser materia de una obra nueva o complementaria del propio “Compendio Diplomático” o, al menos, si la oportunidad lo permite, de una charla entre amigos.

Dado el profundo conocimiento del mundo árabe que caracteriza a García y Erdmann que ha dejado por demás patentizado en su reciente obra sobre Gamal Abdel Nasser y su actuación en el servicio exterior,  me habría resultado en lo personal, sumamente interesante su valoración sobre el diálogo  que de manera constante fuera sostenido por un judío como lo era el primer ministro austriaco Bruno Kreisky con líderes árabes demonizados por la prensa occidental como Muamar Gadafi  con quién, por lo demás, sostenía una relación francamente amistosa.

Finalmente, las páginas finales del “Compendio Diplomático”, resultaron motivo de una enorme sorpresa, al revelarme a  un personaje que en lo personal me era completamente desconocido, un formidable y eficiente Luis de Onís, embajador de Carlos IV en Washington nada empático por cierto con la Independencia de México, aún cuando, según la crónica  de Martín Luis Guzmán que por serendipia llegó a mis manos tras la lectura de la obra de Luis García y Erdamnn ,  tampoco la profesaba respecto de los propios españoles sublevados contra la invasión napoleónica a España.

La información compaginada en relación con un personaje como de Onís, que debe estudiarse a fondo con relación , no sólo a la actuación de la diplomacia, sino de los intríngulis de nuestra historia política, es una de los muchos motivos por los que la lectura de “Compendio Diplomático” se erige en una lectura clave y obligada.

albertoperalta1963@hotmail.com