Armenta avanza en su proyecto

 

Alejandro Armenta, quien será el candidato de Morena al gobierno de Puebla, está tejiendo fino armando a su equipo que buscará ganar las próximas elecciones. Y es que, ha ido prodigando últimamente mensajes que, bien leídos, van configurando un estilo muy particular de gestionar y entender el poder, sobre todo en un partido tan complejo como el suyo.

En días pasdos, anunció la designación de Rodrigo Abdala y Gabriel Biestro como coordinadores de su campaña en el estado y en el municipio de Puebla, respectivamente. Se trata, obviamente, de un guiño a las bases de la 4T que, al menos esta vez, no fueron consideradas para las principales candidaturas: a la gubernatura, a la alcaldía de Puebla y al Senado.

Más allá de sus méritos y capacidades, de sus fortalezas y debilidades, tanto Abdala como Biestro son fundadores de Morena y compañeros de viaje, de una u otra forma, de Andrés Manuel López Obrador en su larga lucha por la Presidencia de la República.

Y es que a pesar de las posiciones o cargos que han ocupado, Abdala ni más ni menos que delegado estatal de Bienestar; Biestro, dirigente estatal de Morena, presidente del Congreso local y secretario del Trabajo, ninguno de los dos logró consolidar un proyecto electoral sólido. Tuvieron la mesa puesta y no quisieron o no pudieron.

En el caso de Biestro ni su gran cercanía con el entonces gobernador, Miguel Barbosa, rindió frutos. En cuanto a Abdala, ni el padrinazgo de su tío político Manuel Bartlett ni el manejo y conocimiento de las entrañas de los padrones de los programas federales, sirvieron de mucho.

Contra todo pronóstico, demostraron su novatez, ingenuidad y debilidad, pero eso no les quita su condición de símbolos del movimiento lopezobradorista en Puebla, y a los símbolos, aquí y en China, se les respeta.

Por eso, su incorporación al staff de Armenta representa por sí misma un poderoso mensaje a la militancia morenista que puede haberse sentido desplazada o ignorada en la repartición de las candidaturas.

Armenta es un gran lector de coyunturas, de climas, de ánimos, y de esta forma busca neutralizar a quienes podrían sentirse agraviados ante, por ejemplo, la designación del empresario Pepe Chedraui, un ex priista confeso, como el abanderado a la presidencia municipal de Puebla.

De ahí también el buen tono en que se ha referido públicamente a Claudia Rivera, de quien no ha tenido sino elogios y reconocimientos a su capital político y trayectoria. La ex alcaldesa de Puebla será candidata a diputada federal por el distrito de Tepeaca, ya no hay dudas, pero no por eso perderá la consideración y la cercanía con el candidato a la gubernatura y su equipo.

Véanse, igualmente, los mensajes que hay detrás de las candidaturas a diputaciones federales de doña Rosario Orozco, viuda de Miguel Barbosa; de llamado Ignacio Mier Jr., hijo del diputado federal Ignacio Mier Velazco; de Eduardo Castillo, presidente del Congreso del estado, y de Tony Gali López, hijo del ex gobernador Tony Gali.

En dichas nominaciones, que pasaron por su tamiz, hay el reconocimiento a la mucha o poca fuerza de sus respectivos grupos, pero también humildad y empatía con un único fin: sumar, sumar y volver a sumar, pues sabe, y muy bien, que para alcanzar los objetivos electorales de Morena en Puebla, se necesita de todos, sin excepción.

No fue casual la reunión que también tuvo con los 300 personajes que se inscribieron para 16 candidaturas a diputaciones federales.

Sin titubeos, Armenta lideró la Operación Cicatriz y dio la cara a todos quienes quedaron fuera de las nominaciones, a quienes apapachó y dio esperanzas de que, unidos, habrá cabida para todos y todas.

El candidato a la gubernatura habló de madurez y humildad, pero sobre todo de generosidad, tanto de aquellos que alcanzaron una candidatura como de aquellos que quedaron fuera de las listas.

Armenta se ha propuesto garantizar la unidad de a deveras, incluso si eso significa tragar algún que otro sapo, ese bello arte de la política.

Tal es el caso Fernando Manzanilla, incorporado públicamente a la campaña estatal y quien más tardó en sacarse la foto con el candidato, que en asumir un protagonismo propio de otra época, ofreciendo desde su egocéntrico púlpito una serie de entrevistas en la que no sólo dio lecciones y presumió cuestionables méritos del pasado, sino que se erigió como una especie de factótum para la gran cita electoral del 2 de junio.

Y es que es más que obvio, que entiende con claridad la importancia de mantener a los amigos cerca, pero a los enemigos más, mucho más cerca.

 

 

 

 

 

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