Amelia Restrepo Hincapié. Nació en Santa Rosa de Cabal y reside en Pereira, Risaralda, Colombia. Es educadora, poeta, escritora, investigadora, fundadora y presidenta de la Fundación Academia Colombiana de Historia, Literatura y Arte. Es directora del Laboratorio de Historia y Memoria Histórica Martha Lucía Eastman Vélez, y maestra tutora del club de lectura Quijotes y de Teatro Histórico Molinos de Viento. Ha recibido la Medalla Manuelita Sáenz como Mujer Líder de Risaralda, otorgada por la Sociedad Bolivariana de Pereira y el Colectivo Risaralda Fuerza Mujer, así como el Premio de Difusión Cultural otorgado por la Academia Latinoamericana de Literatura Moderna y la Sociedad de Historiadores de Latinoamérica. También ha sido galardonada con la Medalla de Honor concedida por la Asociación de Escritores del Orbe (AEADO). Ha publicado tres libros relacionados con innovaciones educativas y tres libros de poemas: Amelia una voz puerta del alma, Piedra encendida y Corceles de fuego. Tiene poemas y cuentos publicados en varias antologías internacionales. Sus libros inéditos son: Cartografía de la Sangre y dos series de libros de cuentos infantiles. Coordina Sabersinfin Colombia y produce la emisión de aquel país para #Poesíaalasocho.
Porque no somos nuestra edad sino nuestra energía, a veces por variadas circunstancias, se pierde viventud y un día igual que se fue, se recupera. Yo y mis circunstancias, decía Ortega y Gasset.
Hoy
Hoy es ese día
en que no quiero levantar ni un brazo,
día de tristezas y de lluvias en el alma,
en que siento tan desolados mis espacios.
Hoy solo quiero acostarme,
cerrar mis ojos y nunca despertarme.
Hoy no anhelo, no espero, no deseo,
tengo el hastío inmenso de vivir,
de esperar un no sé qué, estoy doblado.
Hoy siento que no puedo dar ni un paso,
hoy no quiero verte ni esperarte.
Hoy solo quiero botar y botar lágrimas
por las cuales se escurran mis nostalgias,
mis inútiles luchas, las pérdidas del alma.
Hoy… hoy… hoy… no sé qué siento,
estoy cansado de ser fuerte, de sonreír.
Hoy estoy cansado de querer,
hoy me pregunto para qué he amado
si todo se pierde al despedirse el barco.
Ayer
Ayer creí y casi esperé morir en la contienda.
Sentí mis hilos tan frágiles,
casi listos para soltarse y volar lejos.
Las dudas y la melancolía me inundaron,
fue el día de pernoctar con la tristeza.
Fue ese ayer tan distinto de otros ayeres,
plasmados de ideales,
con ansias de luchar y de escalar.
Día de lutos, de nostalgias y de miedos,
un jardín de flores mustias y de papel.
Ayer estuvo el sol casi oculto
y la luna me miraba con piedad,
anhelando entrar en mi corazón
para cantarle y sonreírle,
como lo hace cada noche con su luz.
Ayer desaparecieron las notas, los arpegios,
se esfumaron las risas,
y el abrigo se fue a otro rincón.
Ayer ya pasó, con los acepto.
Ayer se fue, y cuánto me alegro.
Ayer fue un día de tanta desilusión,
pero hoy es hoy, no es ayer.