Jorge Luis Guerrero Montero. Lo mejor que me enseñaron es a creer en mí

Jorge Luis Guerrero Montero. Músico veracruzano; toca saxofón y violín. Él tiene un diagnóstico de discapacidad intelectual, esta condición no lo define, pero sí logros que ha obtenido.

Egresado de la Lic. En Educación Artística en la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV). Fundador del Grupo musical TOQUE NUEVO, conformado por niños y jóvenes con necesidades educativas especiales y discapacidad. Fundador del canal de Youtube IncluyeTv, donde fomenta la inclusión. Miembro de la Orquesta Inclusiva de Veracruz que dirige el maestro Chanito Castillo.

Se ha presentado como conferencista en diferentes escenarios. Participó como Presidente del Club León arte inclusivo por el Club de Leones de Veracruz. Es embajador en proyectos de Best Buddies y actualmente imparte clases de música a niños y jóvenes en coordinación con el H. Ayuntamiento de Veracruz. Autor del libro Despertar a la vida.

 

Lo mejor que me enseñaron es a creer en mí

 

Mis padres siempre me han dicho que yo soy capaz de conseguir todo lo que me proponga y que de acuerdo estoy con ellos. La vida me ha enseñado que los obstáculos y las adversidades debemos transformarlas en fortalezas y que siempre es mejor luchar por lo que se quiere que quedarse en el intento. Es cierto que cuando vives en una situación de discapacidad a veces es difícil pensar a largo plazo o planear, pero a partir de conocer cuáles son nuestras necesidades, es más fácil definir nuestros objetivos y así podemos modificar y adaptar nuestros esfuerzos según las circunstancias.

 

Pero que maleducado, no les he contado nada sobre mí; mi nombre es Jorge Luis y soy el mayor de tres hermanos. Mis hermanos menores se llaman Eduardo y Fernando con los cuales tengo una buena relación, siento que siempre me han cuidado y protegido, jugábamos mucho juntos, aunque más con mi hermano Eduardo con quien solo me llevo un año con dos meses. Con Fernando sí hay una diferencia de edad de 5 años.

 

Fui un niño muy inquieto que corría y brincaba sin parar y además lloraba sin control; desde bebé, para poder calmar ese llanto, mi mamá me regaló mi primer encuentro con la música. Mis papás me ponían música para lograr que me calmara, me cuentan que solo así me quedaba dormido.

 

 

 

 

Desde pequeño fui educando mi oído musical sin saber que eso sería importante para mí y poco a poco seguí creciendo tratando de entender mi mundo. Cuando ingresé al preescolar llegó por fin el momento de interactuar con otros niños; a la escuelita asistía con la mayor felicidad, sin llorar ni siquiera el primer día de clases, sin embargo, mientras transcurrieron los días los profesores se dieron cuenta de que algo pasaba conmigo. La psicóloga llamó a mis padres para pedirles que me llevaran a valoración neurológica porque probablemente tenía un retraso mental.

 

La visita con el neurólogo no fue algo sencillo, sobre todo para mis padres, porque cuando eres pequeño no entiendes muchas cosas, pero logras percibir la tristeza de las personas que te rodean. El diagnóstico que me dieron fue de inmadurez neurológica, leí que esto puede ser consecuencia de la lentitud en aspectos como la conectividad entre redes neuronales o la mielinización en determinadas regiones cerebrales o insuficiente síntesis de mensajeros neuronales o de hormonas moduladoras de las funciones cerebrales.

Bueno, no entiendo de eso pero creo que faltó desarrollo madurativo que no permite un adecuado desenvolvimiento de las funciones cognitivas y conductuales y quizás suena algo terrible (en su momento para mi familia lo fue, porque te enfrentas a algo desconocido, algo que no está dentro de lo que esperas de educar a un hijo, algo de lo que no tienes conocimientos al respecto) pero mis papás sí que sabían que había dos salidas: la primera, lamentarse o quedarse en el estado de tristeza y la segunda, crear un camino que me ayudara a desarrollar mis habilidades de manera efectiva.

 

La gran pregunta siempre es “¿cómo vivo yo este diagnóstico?”. Me cuestan mucho trabajo algunas cosas; como el aprendizaje convencional, en la escuela me costaba mucho aprender, concentrarme, hasta lo más básico como las letras y los números para mí eran el doble de trabajo. Socializar también me era difícil, por la manera en que me expreso mis compañeros me veían raro y mis vecinos con los que salía a jugar se reían de mí por no entender las indicaciones de los juegos para poder jugar con ellos.

 

Siempre me ha gustado convivir, es por eso que no me importaba lo que decían, aunque cuando eres pequeño no percibes mucho lo que los demás opinan y lo que más quieres es jugar. Pienso que lentamente, pero he madurado, cada vez pienso mejor las cosas y tengo más certeza en lo que hago y gracias a que tuve todo tipo de apoyo (tanto familiar, cómo educativo y psicológico), siempre me he sentido un hijo amado y tengo una familia que me apoya, que desde que supieron que las cosas no serían sencillas para mí, han hecho todo por abrirme camino en la vida.

 

Y es así cómo empiezo relatando mis memorias, de acuerdo a las circunstancias que he vivido y que me han ayudado a desarrollarme y realizar mis sueños.