EN LAS NUBES
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Sigue su narración don Virgilio Arias Ramírez.
Sin más continúa su narración, que aprovechamos.
“Pero aún no era todo, porque el día 20 de septiembre de 1985, a las 19 con 37 minutos, ocurre nuevo sismo (la réplica), lo que ocasionó que las construcciones que ya estaban débiles se cayeran.
A las dos semanas de estar en esa rutina, retiramos pedazos de loza, pasamos tanques de oxígeno, mangueras que llevaban agua para los que así lo solicitaban.
Alimentos era imposible porque no pasaba por los pequeños espacios o hendiduras.
Pasados tres días de la catástrofe, algunas voces que se escucharon el primer día ya no se oían, unas personas eran sacadas completas y otras mutiladas, además ya era intenso los malos olores.
Como a las dos semanas en casa una noche mi esposa e hijos se opusieron que continuara en ese lugar fatídico, trágico que marcó de por vida a muchas personas
Yo había bajado de peso cinco (5) kilos.
Con mi madre y familiares del estado de Chiapas tuve comunicación a los cinco días a través de un radio aficionado, estos grupos de civiles también fueron de gran ayuda en esa tragedia nacional.
Me concreté a estar pendiente desde el plantel y en reuniones con los vecinos que afortunadamente, por ese rumbo, no se dieron los fatales acontecimientos como lo fueron en otros rumbos de la Ciudad: Destrucción del Hospital Benito Juárez donde mi padre había sido atendido años antes, se rescataron a bebes de la guardería que vivieron como diez días sin comer.
El Hospital General, el conjunto habitacional Juárez que estaba frente al Siglo XXI.
El edificio de la secretaría de Industria y Comercio de la avenida Cuauhtémoc, muchos edificios de departamentos en la zona de Tlatelolco, hoteles y edificios en el área del Monumento a la Revolución, las colonias Obrera, Roma, el edificio de televisa en Av. Chapultepec, donde Jacobo Zabludovsky inició su reportaje.
La verdad es que parecía que la ciudad había sido bombardeada.
Innumerables las familias que perdieron un miembro por lo menos. Muchos estudiantes, personas que estaban hospedadas en hoteles por viaje de trabajo o negocios también murieron y otras jamás fueron encontradas.
Algunos paisanos de Chiapas, uno de mi hermano, hospedados en el hotel Regis se salvaron porque a la hora del sismo hacían ejercicio en la Alameda Central de Av. Juárez y Av. Hidalgo.
El primer día éramos puros aficionados y recuerdo que entre tres personas subimos al segundo piso un tanque de oxígeno. Al día siguiente, oí un grito desesperado del primer piso que decía: ¡oxígeno, oxígeno! Tomé un cilindro y por los escombros lo arrastre y entregue a las dos personas que ya se aproximaban, bajé de nuevo a mi sitio de descanso y me detuve a reflexionar ¿cómo es que pude subir ese peso, si el día anterior con trabajo dos personas hicimos lo mismo?
Ahí surgió un grupo que después haría historia en materia de auxilio en el país y en el extranjero: los llamados “topos”.
Los que arriesgaron la vida.
Delgados y bajos de estatura, pero dinámicos y llenos de espíritu humano para ayudar a los desconocidos en desgracia, por méritos propios y sin proponérselo, alcanzaron reconocimiento oficial y social por su entrega en el rescate de personas en desastres de diversa índole.
La comunicación por radio de los coches y tv. eran irregulares, la angustia ya estaba generalizada en todo el país, en la ciudad de México se cancelaron las clases, obras de teatro, cines, y otras diversiones, las recomendaciones oficiales a la población fueron: no salir más que a lo indispensable, a mercados, tiendas de autoservicio, a consultas médicas, o irse a otros estados.
Pasados dos meses del sismo y reanudar actividades académicas, se presentó la necesidad de reubicar al personal y alumnos del colegio colapsado en las calles de Humboldt.
En reunión con el director general de CONALEP, preguntó a los directores quién quería hacerse cargo para alojarlos y continuar las clases.
Ofrecí mis espacios de infraestructura escolar y con el apoyo de la dirección de construcción y equipamiento en un tiempo récor se acondicionaron 39 aulas con tabla roca en las canchas de básquetbol y los jardines. La biblioteca y el laboratorio de idiomas se convirtieron en oficinas para el personal del “nuevo” plantel.
A los pocos meses me fue asignada la dirección de este plantel. De esta manera me convertí por algunos meses, en director de tres planteles al mismo tiempo, pero con un solo sueldo.
Finalmente, las personas que nacieron después del sismo del 85, no se imaginan la tristeza que vivieron sus padres o abuelos por ese terrible acontecimiento.
Cada uno de los que padecimos y fuimos testigos presenciales de esa tragedia, puede contar una verdadera historia.
Y el 5 de febrero de 1986, tuve la fortuna de recibir del presidente de la Republica “El Reconocimiento Nacional 19 de septiembre”.
Este pergamino se otorgó a personas e instituciones del país y del extranjero que se distinguieron cooperando de diversas formas para enfrentar los hechos de ese trágico sismo.
A varios años de distancia, esos días tristes, amargos para México, todavía pesan en mis recuerdos.
Testimonio: un libro “Con ética y Cariño, Amigos del 85, del Hospital Juárez”, publicado por la periodista: Aura Paola Zamarripa, del Club Primera Plana.
Incluido un testimonio de Carlos Ravelo Galindo, añadimos con gusto