(En estas circunstancias me separo de dudas y medrosos titubeos y me apresto a aceptar los escarceos que acompañan el último disparo)
Del poemario SON – SONETOS, contenidos en el libro Ámbar: Espejo del instante
No debiera
No debiera extrañarte, pero lo hago,
extraño tus trampitas cotidianas,
tu berrinche infantil en las mañanas
y tu ligera vocación al trago.
Recuerdo en el momento en que divago
acerca de tus fugas cortesanas
cuando de sexo ajeno tenías ganas
y te urgía la presencia de algún vago.
No debiera extrañarte, pero temo
que en tu degradación, algo blasfemo,
me incorporó a tus ganas amatorias.
Y quedé en el poder de algún conjuro
antes de conocer tu lado obscuro
y tus decamerónicas historias.
Advertencia
Que haría yo si volvieras, brevemente
te lo puedo decir, yo no quisiera
que la herida que hiciste se reabriera,
no necesito hundirme en la corriente.
De tu pasión ficticia y recurrente
pérdida en otra alcoba temporera,
no me engaña tu farsa vocinglera
ni tu mustia actitud de adolescente.
Yo te puedo afirmar, no me interesa
ni tu disfraz de falsa vampiresa,
ni tu frailesco aparentar de loba.
Puedes seguir tu viaje, te aseguro
que encontrarás un sitio más obscuro
que la frugal tibieza de mi alcoba.
Acechanza
Cuando se quiere amar no se requiere
que te quieran igual, solo precisas
que te regalen una o dos sonrisas
y una caricia si es que se pudiere.
Aquel que desdichadamente quiere,
debe olvidarse ya de las premisas
de que le van a amar sin cortapisas,
ya que el amor sin excepción te hiere.
Pero debes jugar, no te atrincheres
en cárcel de cristal, pues las mujeres
van a acecharte igual, agazapadas
esperando tu paso por su coto,
para llevarte a ese lugar ignoto
de araños, de caricias, de miradas.