Un anunció que llamó mucho la atención hace unos días, en la frontera norte, fue la del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declarando por concluida la pandemia de la COVID-19, pasando por alto las recomendaciones y certificaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), organización que sería la única autorizada en confirmar que, realmente, se ha llegado al final de la pandemia.
Y aunque aquel país sea nuestro principal socio y vecino, ni en México ni en Puebla, ni prácticamente en cualquier lugar del mundo, podemos decir que ha concluido esta emergencia sanitaria, que comenzó en febrero de 2020 en nuestra nación. El titular de Salud de Puebla, José Antonio Martínez, quien ha demostrado sobrada eficiencia, advirtió que la sexta ola llegará en aproximadamente un mes.
Ciertamente, ojalá de verdad se hubiera acabado la COVID. Ojalá que las muertes y los terribles episodios de enfermedad que padecimos todos, en carne propia o en la pérdida y sufrimiento de nuestros seres queridos, ya no pudieran volver a ocurrir. Pero, lamentablemente, no es así, la realidad es otra y tenemos que seguir tomando las precauciones necesarias para evitar los contagios.
La ferocidad de la pandemia en el mundo, en el país y en nuestro estado es ya, afortunadamente, de otras dimensiones. La mortalidad es bajísima. Es actualmente de 4.66 por ciento de los casos, cuando en su punto más grave estuvo por encima de 15 por ciento en el país, recordemos que México fue uno de los países con más alto porcentaje de mortalidad en el mundo y el cuarto país con más defunciones totales.
Y no se trata de minimizar las actuales defunciones, pues cada una, se trata de una tragedia humana, personal y familiar, pero muy lejos de lo grave de los años anteriores cuando recién inició la pandemia.
En Puebla, se tienen en promedio diario unos 9 casos nuevos. Pero esto no ha terminado, se está muy lejos de eso.
Faltará todavía, sobre todo la temporada de clima frío, desde noviembre hasta el mes de febrero, para ver si la enfermedad se convierte, finalmente, en endemia, lo que significa que esta ya solamente en un área geográfica.
Y luego, si llega a convertirse en estacional (temporal o de variación periódica). Un dato adicional para el caso de Puebla, que ofreció el titular de Salud estatal, es relevante:
A pesar de la eficiencia de las vacunas y del plan bautizado como “Correcaminos”, hubo algunas personas que no se inocularon.
Por más absurdo que parezca y ocurrió en todos los grupos etarios. A pesar de la amplia información existente, mucha gente sigue pensando que el COVID en un invento de los países líder en el mundo o que la vacuna es para colocarnos un “chip”, para controlar a la población, así han reaccionado muchos, por muy absurdo que esto parezca.
Esas personas, sin la vacuna, y aquellas que están en el rango de edad superior a los 60 años de edad son los principalmente vulnerables. Un dato importante es que, en este año, casi el 70 por ciento de las personas que han muerto por COVID n o estaban vacunados, aquí es donde vemos la importancia de vacunarse.
Con ellos hay que tener los cuidados mayores.
La sexta ola llegará a partir de noviembre y se extenderá hasta febrero, cuando el clima mejore.
Las proyecciones, sin embargo, son optimistas.
Los sitios web que pronostican por mes las temperaturas, estiman que Puebla tendrá rangos que van de 9 grados centígrados la mínima a 22 la máxima, en diciembre. Y de 6 a 21 grados centígrados en enero. De 8 a 24 grados en febrero.
No será, si se concretan estas proyecciones, realmente un invierno tan frío.
De todos modos, no hay que bajar la guardia.
Ya hemos aprendido. Preparémonos para la sexta ola.