Una de las características que resaltan en el rectorado de la Doctora Cedillo al frente de la BUAP, es la estabilidad de la universidad, una estabilidad importantísima para la vida universitaria como para la del propio Estado.
Y es que, el regreso a clases presenciales y la normalización de la cotidianidad estudiantil, docente y administrativa en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), tras lo más duro de la pandemia, ha coincidido con los 10 meses cumplidos de la doctora Lilia Cedillo Ramírez al frente de la Rectoría.
Otro ejemplo de la labor conciliadora de la rectora, es la excelente relación que se tiene, institucional y de respeto, con el Gobierno del Estado, muy diferente a los constantes enfrentamientos orquestados por parte del exrector Alfonso Esparza contra el titular del Ejecutivo, Miguel Barbosa.
Posiblemente nadie lo ha notado y es ahí en donde está lo más positivo. No hay disputas políticas internas ni externas.
El postproceso electoral de 2021 no contaminó a la Universidad ni la rendición de protesta de la rectora, el 4 de octubre del año pasado.
La transición tuvo pasos firmes. No hay acusaciones de corrupción, tan frecuentes en el pasado reciente. Con su dinámica y sin dejar de lado la vocación reflexiva, los universitarios han estado en lo suyo.
La rectora ha estado ocupada en devolverle a la Máxima Casa de Estudios de Puebla la normalidad.
Tras dos años de pandemia, con intervalos de suspensión total de clases, regresos escalonados y educación en línea, este 8 de agosto se dio el regreso casi en su totalidad a las aulas. La Facultad de Medicina lo hizo, de forma extraordinaria.
Por cierto, dentro de las grande inversiones que se tienen previstas, la rectora Cedillo Ramírez colocó la primera piedra del Centro de Simulación y Desarrollo de Habilidades Clínicas, de la Facultad de Medicina.
Es un inmueble que contará con infraestructura y equipo de vanguardia. Tendrá cuatro niveles habilitados con aulas, cámaras Gesell y quirófanos, entre otros espacios. La construcción se prevé que concluirá en febrero de 2023.
La rectora, en estos 10 meses, ha tenido que realizar nombramientos importantes. Entre ellos, uno delicado por su labor, fue el de Francisco Tenorio Martínez como nuevo contralor.
También en noviembre pasado tomó protesta a los 175 integrantes del Consejo Universitario. A diferencia de los pasados recientes y remotos, fue en calma.
La BUAP, cuna natural de la izquierda poblana, no sufrió sobresaltos con el proceso interno del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Tampoco se ha visto intervenida o contaminada por grupos priístas que siempre han visto a la BUAP como un botín político. Actualmente, eso ya es cosa del pasado.
Como si se tratara de una limpieza natural, se fueron yendo los personajes que usaron a la institución como refugio burocrático o como trampolín político, como un paso para escalar intereses políticos y partidistas.
Ciertamente, vendrá el proceso electoral constitucional de 2024. Concurrente en Puebla con el presidencial. Aquí se elige todo. Y también a nivel federal. Nadie se equivoca lanzando guiños a la rectora.
Tan claro ha dejado su compromiso, que no hay quien se atreva a proponerla como candidata a un cargo de elección popular.
El pasado 4 de octubre de 2021, cuando rindió protesta, Cedillo ofreció una gestión “austera, transparente y abierta al escrutinio de la comunidad universitaria y de la sociedad”.
No ha perdido rumbo hacia esa meta. Han pasado 10 meses y no se han sentido. Esa es la mejor de las señales.