Salvador Viveros
y respiro en tu selva de luciérnagas,
cual láctico cortejo bajo el cielo;
espejo donde el vasto mar confunde
el albor de las estrellas y peces,
con el rubor de los peces y estrellas.
Bajo el brillo de tu acuosa mirada
un efluvio de esperanza dimana.
Un colibrí en tu seno se acrecienta,
con melodiosa voz audaz retoza.
La ternura del lago de tus ojos,
amorosas gotas de luz irradian,
envolviéndome en su cálida aureola;
soy un plumaje vuelto a su nidal.