Con la muerte del ex presidente Luis Echeverría, se cierra uno de los capítulos más obscuro de la vida política del México del siglo XX. Y es que, el genocida impune de 100 años, Luis Echeverría Álvarez, además de haber sido el autor intelectual de las matanzas de estudiantes de 1968 y 1971, fue la mano que, con autoritarismo e insensibilidad, sumió a Puebla en la etapa política más negra de su historia. Recordemos que durante la vigencia del echeverrismo en el poder, primero como secretario de Gobernación y luego como presidente, entre 1963 y 1976, nuestro estado vivió conflictos agrarios, estudiantiles, obreros y tuvo un gobernador cada año y medio, en promedio, lo que provocó una inestabilidad política con efectos sumamente dañinos.
La etapa de mayor inestabilidad en Puebla se dio bajo el yugo de Echeverría. Eran los tiempos del partido único.
Aquellos tiempos, fue la época cuando desde la Presidencia de la República y la Secretaría de Gobernación se ordenaban las renuncias de los mandatarios estatales. Puebla fue una de las entidades que más resintió ese autoritarismo.
Como sabemos, Luis Echeverría llegó a Los Pinos en 1970 y se fue en 1976. Venía de ser el secretario de Gobernación de dos presidentes. Lo fue en el último año del sexenio de Adolfo López Mateos (1963-1964). Luego, el mandato completo de un poblano, el también despreciable Gustavo Díaz Ordaz.
El oriundo de Ciudad Serdán (o al menos ahí se atribuye su nacimiento) es recordado en la historia como un asesino de estudiantes en la noche de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968. Echeverría gobernó con mano de hierro, en muchos sentidos, aunque hay quienes le atribuyen la “construcción de instituciones” que sumaron a la vida democrática del país, como lo son el CONACYT y el INFONAVIT, por poner tan solo unos ejemplos, además de que muchos lo reconocen como el autor intelectual de lo que hoy es uno de los destinos turísticos del mundo: Cancún.
Bajo sus encargos como secretario de Gobernación y como presidente hubo ocho gobernadores en Puebla, en 13 años.
Cuando Echeverría fue titular de la Segob, en el último año de López Mateos (1963-1964), en Puebla el gobernador era Arturo Fernández Aguirre, quien asumió como sustituto de Fausto M. Ortega en 1960 y se fue en 1963.
Llegó, luego, como mandatario constitucional Antonio Nava Castillo en ese 1963, pero renunció en 1964.
Echeverría, ya como jefe de gabinete de Díaz Ordaz, operó ese asunto.
Arribó Aarón Merino Fernández en 1964, primero como sustituto y luego como constitucional, y salió en 1969.
En 1970 Luis Echeverría fue elegido presidente de la República y, apenas a dos años de su sexenio, mandó a “enfermar” al general Rafael Moreno Valle, abuelo del ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, quien había llegado a la gubernatura apenas en 1969.
En aquellos años los conflictos agrarios, obreros, indígenas y estudiantiles en Puebla eran el pan de cada día. La BUAP era un caldo de cultivo de los pensamientos de izquierda y socialistas que intentaban imponerse en el mundo.
Para sustituirlo fue nombrado Mario Mellado García, en ese mismo 1972, pero renunció al mes de haber asumido el cargo.
Entre 1972 y 1973 gobernó Gonzalo Bautista O’Farrill, también con fama de autoritario, quien renunció a los 13 meses.
Un nuevo sustituto, Guillermo Morales Blumenkron, terminó ese periodo administrativo, de 1973 a 1975.
Sólo hasta la llegada de Alfredo Toxqui Fernández de Lara, en 1975, Puebla tuvo un gobierno sexenal completo, hasta 1981.
Echeverría también dejó, entonces, de ser presidente. Se fueron con él 13 años de echeverrismo.
El impune hombre de 100 años murió hace unos días. La historia ya lo juzgó y lo encontró, desde ya hace muchos años, culpable.