Carlos Ravelo Galindo, afirma:
El recuerdo de los buenos expertos queda marcado en el alma de todo estudiante. Un profesor de ética, solía decir:
Crean descaradamente en el bien. Tengan confianza en que a la larga terminará siempre por imponerse.
No se angustien si otros avanzan aparentemente más rápido por caminos torcidos.
Crean también en la lenta eficacia del amor.
Sepan esperar. Hay que confiar y mucho con esa fe de la que hablaba este profesor.
Sí, el bien y el amor tienen la última palabra. Tarde o temprano vencerán.
Hemos sido honestos siempre al afirmar que compartir una buena redacción enaltecedora permite, al que lo aprovecha y a quienes lo leen, estar de acuerdo en que, de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso sin duda es el libro. El escrito.
Dieciseis años cumplen hoy “reportajes Metropolitanos”, del que no se despega, ni para dormir, la colega y maestra Elvia Andrade. Y de cuyo contenido abrevamos muchos.
Nosotros, desde En Las Nubes. Vaya cerca del cielo, entonamos las nochecitas, las mañanitas y las tardecitas, para que no quede resquicio de nuestra alegría.
Felicitamos no solo a Elvia, sino, sin que falte uno solo, a todo su equipo que la auxilia en sus reportajes metropolitanos.
Dios los bendiga.
El periodista y escritor José Antonio Aspiros Villagómez en respuesta a “te invito un café”, transforma la oración en acción y nos hace comprender que se pierde la confianza en la eficacia de las palabras y sin más nos dice:
“Adiós, Maestra Lolita
Maestra Lolita: así fue como conocimos en el claustro académico de la Escuela de Periodismo ‘Carlos Septién García’ a la gran poeta y espléndida dama que fue Dolores Castro Varela, quien falleció este miércoles 30 de marzo cuando le faltaban 13 días para cumplir 99 años de una vida ejemplar.
Casi a la media noche nos informó de su deceso una de sus alumnas consentidas, Diana Araceli Aspiros Heras, hija del tecleador y quien la tuvo como uno de sus sinodales en su examen profesional en el citado plantel.
Sencilla, amable y culta, platicábamos en los descansos entre clase y clase, o en ceremonias de la propia ‘Septién’ donde ella siempre participaba, lo mismo que el ahora embajador de México en el Vaticano y compañero del Club Primera Plana, Alberto Barranco Chavarría, también graduado en la ‘Septién’.
Una de esas ocasiones fue en 2013 durante la presentación del libro Los claros días, con la obra reunida de otro gran poeta, Alejandro Avilés, quien junto con la Maestra Lolita, el esposo de ella Javier Peñalosa, Rosario Castellanos y otros destacados vates, formaron el grupo ‘Ocho poetas mexicanos’.
En esa oportunidad, la maestra Castro narró que las últimas palabras que pronunció Alejandro Avilés antes de morir en 2005, fueron los poemas que le leyó -todavía con su voz fuerte y sonora- cuando fue a visitarlo al hospital en Morelia.
También dijo entonces que la diferencia entre literatos y poetas es que los primeros quieren formar parte de la literatura a como dé lugar, mientras que los segundos perciben al mundo como un don y a la vida como algo inapreciable.
En otra charla, nos aseguró que ya daba clases en la ‘Septién’ en los años 60 cuando hicimos la carrera, pero no la tuvimos como maestra probablemente porque fue el tiempo en que nacieron algunos de sus siete hijos, e hizo una pausa.
El mundo es pequeño. Avilés fue nuestro profesor y luego jefe, y otro mentor que nos tocó, el artista y fotógrafo Tomás Montero, hizo retratos de Dolores Castro que muchos años después nos mostró su nieta Patricia Montero junto con un texto donde refiere que la tuvo como maestra dos veces, una de ellas en un diplomado al que también asistió la entonces gobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes.
¿Qué quién fue Dolores Castro?
Junto con la noticia de su deceso, numerosos medios dieron a conocer sus principales datos biográficos y hasta reprodujeron algunos de sus poemas.
Nació en Aguascalientes el 12 de abril de 1923.
Estudió en las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras de la UNAM, e hizo un posgrado en España.
Enviudo de Javier Peñalosa en 1977.
Entre otras ocupaciones, fue maestra en la propia Universidad Nacional, la Iberoamericana, Sociedad General de Escritores Mexicanos (SOGEM), Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y la Escuela ‘Carlos Septién.
Escribió una novela y varios libros de poesía -más de 20-, condujo el programa ‘Poetas de México’ con Alejandro Avilés en el canal 11. Cofundadora de Radio UNAM.
Le fueron otorgados galardones -entre ellos el Premio Nacional de Literatura- y doctorados honoris causa, y dedicó su vida a escribir poesía y compartir sus conocimientos.
Esto último lo hizo incluso en 2005, cuando como profesores ambos de la ‘Septién’, compartimos la misma experiencia de tener que soportar a una generación de estudiantes muy indisciplinados, que lograron estresarnos y a ella la “acusaron” de que no hablaba fuerte y no se le entendía; tenía 82 años entonces.
Al final de su labor docente, sólo impartió talleres sabatinos.
Sentimos mucho su partida, y la recordaremos por la calidez de sus charlas y su trato sencillo y cordial. Que descanse en paz la Maestra Lolita”.
Responde a nuestra cita, así:
“Más que aceptada tu invitación a tomar un cafecito; sin azúcar, en mi caso. Y muy interesantes tus Nubes de hoy, con la obligada mención al café La Habana (aunque ya me parece muy cargado el que sirven ahora, pero antes eran una delicia también los sesos a la riojana).
Te faltó mencionar el café Gran Premio con sus exclusivos tamales, aunque nada que ver éstos con el café (esquina de Antonio Caso y la otra, a una cuadra de la Fstse).
Y no estoy seguro si fue en el Florián o en el de junto, donde mi mujer y yo tomamos café en Venecia (¡diez años ya, snif!, sólo me queda la foto), pues en todo caso faltarían nuestros ilustres nombres (je je) entre los que mencionas en tus Nubes.
Hace tres años leí un pequeño y sabroso libro sobre el tema y escribí lo siguiente, si es que gustas leerlo”.
Su título, mencionamos nosotros es “Doble vicio: los libros y el café”. 13 de julio de 2012. Su autor, obvio, don José Antonio.
Integro lo compartimos contigo. Disfrútalo, con un buen y aromático café humeante.
“Es imperdonable pasar por una librería y no entrar, o entrar y no salir con un nuevo libro que no tiene que ser necesariamente el best seller del momento ni uno de los clásicos pendientes de leer, sino tal vez algo para el divertimento como por ejemplo ¡Cuidado! Café cargado, un volumen de 255 páginas compilado por Victoria García Jolly y publicado en 2010 por la Editorial Otras Inquisiciones.
Desde luego, es un libro dedicado a los adictos y resulta provocador cuando menciona que Balzac tomó 50 mil tazas de café mientras escribió La comedia humana y que Voltaire “bebía la estratosférica cantidad de 50 a 72 tazas al día”.
Contiene datos, frases, notas, dichos, citas, cifras, historia, poemas y relatos acerca de cuanto pueda interesar a quienes tienen el vicio del café, cuyo grano fue descubierto hace tres mil años en Etiopía.
Desde luego, comenta que “la cafeína es la única droga 100% legal” y menciona tanto sus efectos como sus beneficios.
El volumen tiene un tamaño muy cómodo y un diseño atractivo, con letra grande y tipografía variada.
Sus textos son breves y sus ilustraciones abundantes. Los datos están bien repartidos y su lectura no cansa ni cuando trata sobre frías estadísticas según las cuales, los principales países productores, México entre ellos, no destacan entre los mayores consumidores del mundo.
Por sus páginas desfilan pequeñas historias de los principales cafés de algunas ciudades del orbe como París y Venecia (lugares donde tuvimos el acierto de saborearlo), e incluye La Parroquia, La Habana, El Jarocho, Café de Tacuba y otros establecimientos mexicanos también atinadamente visitados ya.
Refiere las diversas maneras que existen para preparar esa bebida, desde la más sofisticada hasta el peor café del mundo, por el que lleva canela y piloncillo, con ilustraciones del tipo de cafeteras requeridas y las tazas y vasos de uso común.
También le da su golpecito a la cadena Starbucks, donde el café no es lo importante ni lo mejor, sino un pretexto, y si bien en otro momento menciona al inventor del exitoso café soluble instantáneo -un médico guatemalteco-, omite el tema de las cafeteras para cápsulas, tan de moda en la actualidad.
El libro forma parte de la Colección Vicios, que se inició con Fumar es un placer y promete futuras publicaciones acerca de sexo, cerveza, vino, chocolate, chicle y té.
Los editores reconocen que se trata de una serie “políticamente incómoda” porque fomenta tales excesos, los cuales “pueden no ser tan malos si se ven desde el otro lado” y nos permiten percibir la vida “de diferente manera”.
A juzgar por una cita de Voltaire en esta obra, si a Napoleón lo hubieran envenenado con café y no con arsénico, habría vivido más años. Cafetómanos del mundo: buen provecho y feliz lectura”.