En esta realidad, con un reloj que avanza apresurado y aspirantes del régimen que ya están en una intensa campaña, la oposición en Puebla, en cambio, no alcanza a moverse de su hibernación ni a percibir que cada día se estanca más en la carrera a 2024.
En la alianza opositora, que se espera que se reeditará, PRI, PAN y PRD (Va por Puebla) están, por separado y juntos, en el sótano de las preferencias y sin señales que anuncien que dejarán pronto de roncar. Duermen el sueño de los pasmados.
Recientemente, la encuesta de Buendía & Márquez, que se publicó en días pasados, perfila que Morena y sus partidos aliados son cada vez más inalcanzables, en la ruta hacia la sucesión en la gubernatura.
De qué sirve que esa coalición opositora tenga a uno de los posibles aspirantes más rentables a la gubernatura, cómo Eduardo Rivera Pérez, presidente municipal de la capital poblana, si nada se mueve desde esa trinchera. La excusa de que “ya vendrán los tiempos” podría sepultarlos en el calendario.
De igual forma, muy poco aporta que más de uno o una haya levantado la mano para gobernar la Angelópolis, si no hay siquiera partidos y dirigentes que contrasten lo que están haciendo sus adversarios.
En la abultada lista aparecen los diputados federales Ana Teresa Aranda, Mario Riestra Piña y Humberto Aguilar Coronado, por Acción Nacional (PAN).
Por otra parte, el empresario José Chedraui Budib y los diputados locales Jorge Estefan Chidiac y Néstor Camarillo, así como la legisladora federal Blanca Alcalá Ruiz, por el Revolucionario Institucional (PRI).
Sin embargo, casi nadie supera el letargo, a pesar de que estamos por llegar al tercer mes de 2023, el año de las definiciones.
No salen de las declaraciones banqueteras. Hasta ahora, apenas consiguen charlas de café. Abusan de las selfies grupales de sonrisas fingidas. Lanzan tuits. Pero no van al encuentro de la gente. No atienden entrevistas reales y fuertes.
Pretenden que los medios de comunicación les aplaudan sus reuniones de tonos sociales. Pero no proponen. Tampoco critican o contrastan. Mucho menos enfrentan a las administraciones federal y estatal.
Ciertamente, está bien la cordialidad y la colaboración, pero han guardado el filo natural que debiera tener la oposición. De pronto lanzan ligeras críticas al gobierno del presidente López Obrador, pero ninguna que retumbe o que sea realmente digna de atenderse y analizarse. Pero si así están a nivel federal, en lo local están peor. No tocaron ni con el “pétalo” de una flor al ex gobernador Miguel Barbosa (que en paz descanse), mucho menos lo hacen con el actual gobernador Salomón, la cordialidad es exagerada.
De los dirigentes partidistas mejor ni hablamos. No trascienden del video en redes sociales o la foto levantando el dedo pulgar. De ahí no salen, se iolvidaron de hacer el trabajo en tierra, de recorrer las colonias, las juntas auxiliares, de tener encuentros con organizaciones civiles y se han quedado en la comodidad de las redes sociales.
Buendía & Márquez coloca el potencial electoral del PAN en Puebla apenas en 15 por ciento El tricolor apenas rasguña ni a la decena de puntos. El PRD ya casi ni existe, aunque la encuesta a la gubernatura lo ubica en 3 por ciento.
Juntos PRI, PAN y PRD no le dan la batalla a el MORENA, que alcanza más de 46 por ciento de las potenciales preferencias.
Nada pasa hoy en la trinchera opositora. Casi llegamos a marzo, pero ellos no han salido de su invierno. De su cómodo invierno.
Que alguien vaya y les avise que 2023 comenzó hace más de mes y medio. Y también que les regale un calendario.