Teresa Vázquez Mata. Convirtiendo en historia todo cuanto la rodea, Tere, construye nuevos mundos. Poniéndole color y energía al verbo, descubre los conflictos existenciales del ser humano y nos invita a reflexionar. Con sobrado talento, le ha dado valor a la narrativa contemporánea, regalándonos el México de su mirada o su sentir.
Bajo la tutoría del maestro Miguel Barroso Hernández, destaca en el Taller de Escritura Creativa Miró. Y es que a Tere, escribir, se le ha vuelto una pasión a la que no quiere renunciar.
Será: lo que no debe ser
El destino muchas veces nos sorprende y nunca entenderemos, con certeza, cómo Bruno echó a perder su vida por aquella pelea.
Estaba en la cafetería donde solía almorzar y, de un momento a otro, se le vio forcejeando con otro chico. Ambos pretendían tomar el control de una pistola. Algunos clientes sollozaban, ahogando sus gritos, aterrorizados bajo las mesas. La dueña parecía conocer a los jóvenes e intentaba disuadirlos. “Sabe nuestros nombres porque vamos diario. Nos gusta su trato y buen sazón” –dijo una testigo al ser interrogada más tarde.
¿Quién había llamado al 911? Nadie supo, pero todos escucharon el sonido de las sirenas aproximándose y lo agradecieron.
-¡Policía, bajen el arma!
Segundos después, escucharon el disparo y Bruno vio su vida en un instante: “¿por qué buscó arreglar al mundo?” Manteniendo la tradición familiar y con vocación para servir, quiso ser médico. Vino a estudiar a Los Ángeles, en la Universidad de California y la idea era regresar a su país lo mejor preparado posible. Tenía una vida feliz y tranquila, como cualquier becario destacado en una ciudad extranjera. Su padre cubría todos los gastos, así que él se enfocaba en estudiar.
A la cafetería Miller, asistían jóvenes de casi todas las facultades y se respiraba paz; pero aquella tarde Bruno reñía con Joe, mejor conocido como Crazy Joe por sus arranques de ira y evidente inestabilidad mental: el colmo de la contradicción para un estudiante de psicología.
-¡Bajen el arma! –repitió otro policía y la pistola cayó al suelo, pero posterior a la bala que le cruzó el pecho a su compañero. La muerte del primer oficial en llegar fue instantánea. ¿Quién había accionado el disparador?
Cuando interrogaron a Bruno, aseguró que solo había intentado proteger a la dueña del lugar:
-El tal Joe la estaba amenazando, solapadamente, con una pistola. La señorita Sarah, dueña de la cafetería Miller puede corroborarlo. La escuché cómo, valientemente, le decía que no le daría dinero, que si quería consumir drogas fuera a pedirle a sus padres. Él insistía y tuve miedo que le hiciera daño.
En ningún lugar encontraron los guantes que llevaba puesto Joe, según la declaración del señor Bruno Ibsen. Las huellas lo inculparon, así como las pruebas de Harrison para determinar quién había disparado la Glock, que mató al elemento de seguridad. Ningún testigo podía asegurar que era inocente. ¡Todo había sucedido muy rápido!
Joe Miller quedó absuelto y Sarah cambió el nombre de la cafetería para que los nuevos clientes no lo asociaran a la tragedia que se convirtió en noticia.