Teresa Vázquez Mata. Retrato al óleo

 

Teresa Vázquez Mata. Convirtiendo en historia todo cuanto la rodea, Tere, construye nuevos mundos. Poniéndole color y energía al verbo, descubre los conflictos existenciales del ser humano y nos invita a reflexionar. Con sobrado talento, le ha dado valor a la narrativa contemporánea, regalándonos el México de su mirada o su sentir.

Bajo la tutoría del maestro Miguel Barroso Hernández, destaca en el Taller de Escritura Creativa Miró. Y es que a Tere, escribir, se le ha vuelto una pasión a la que no quiere renunciar.

 

Retrato al óleo

 

Contemplo enternecido la escena y callo…

Adelbert, se ha convertido en uno de los más grandes pintores flamencos. Recibe en su taller a jóvenes ilusionados, ansiosos por descubrir la técnica que ha perfeccionado con los años. También, funge como mecenas de estudiantes pobres, pero talentosos.

 

Oriundo de Brujas, nuestro mentor, nació en 1466, descubriendo al poco tiempo la sensibilidad que le caracteriza y el don que lo convirtiera en genio. Aún hoy, a pesar de ser estricto o disciplinado, posee un corazón tan grande que en ocasiones me da la impresión que podría salírsele del pecho.

 

Yo, fui de los elegidos para perpetuar su legado y ahora lo observo junto a Bastiaan. Adelbert ha estado muy enfermo y el niño lo entretiene leyéndole poemas épicos, con la ternura de los que saben poco sobre el amor.

 

Algunos aprendices no lograron soportar la exigencia, pero Bastiaan ha mostrado cuánto vale el sacrificio en pos del triunfo. Hijo del ama de llaves y cocinera del maestro: sus juguetes fueron pinceles, lienzos y óleos. Curiosidad insaciable y capacidad de observación, no serían suficientes. La pasión por el detalle y la habilidad innata, lo convirtieron en el favorito del maestro. No pocas veces, descubrí a la mamá del pequeño, observándolos, con lágrimas de agradecimiento, mojando su leve sonrisa.

 

¡El tiempo pasa inexorable…! Bastiaan tiene doce años y Adelbert casi setenta.

Ahora, pacientemente, el muchacho sostiene la cuchara con el caldo de res que cocinó su madre.

-Se repondrá, maestro –asegura, como si alentara al padre que hubiera querido tener. Es muy joven y le cuesta comprender que la muerte no distingue, ni respeta amores.

¡Está convencido! Si lo cuida bien podrá levantarse de la cama y volver a plasmar, en colores, esos paisajes que sueña; o bien los perfectos retratos de las damas nobles.

Bastiaan, llena sus ojos de esperanza… El plato está casi vacío y, en silencio, guardo la imagen en mi cabeza. Por primera vez, los veo tan diferentes y, al mismo tiempo, tan iguales que alguien, en el futuro, escribirá sobre ellos; inmortalizándolos, a través del cuadro que voy a pintar.