Teresa Vázquez Mata. Haz lo más que puedas

Teresa Vázquez Mata. Convirtiendo en historia todo cuanto la rodea, construye nuevos mundos. Poniéndole color y energía al verbo, descubre los conflictos existenciales del ser humano y nos invita a reflexionar. Con sobrado talento, le ha dado valor a la narrativa contemporánea, regalándonos el México de su mirada o su sentir.

Bajo la tutoría del maestro Miguel Barroso Hernández, destaca en el Taller de Escritura Creativa Miró. Y es que a Tere, escribir, se le ha vuelto una pasión a la que no quiere renunciar.

 

 

Haz lo más que puedas

 

Pertenezco a una asociación civil de protección animal y parte de mis labores es administrar redes sociales. En ellas, ocasionalmente, mi álter ego se siente libre y hasta con súper poderes. ​Pero el lado oscuro aparece cuando, de​ entre los casi 300 000 seguidores, muchos tienden a señalarme con dedo flamígero, ​me quieren enseñar a hacer la tarea, comentan con puros reproches​ o simplemente descalifican la labor que llevamos a cabo. Jamás me han visto y se atreven a describirme sin conocer al personaje real que habita en mí. ¿De dónde cayeron y a qué están dispuestos?

Es un gran error no hacer nada por creer que se hace poco.

Cuando leo por accidente o coincidencia pensamientos tan preclaros, recuerdo tristes justificaciones que la gente da para no hacer alguna actividad en beneficio de un necesitado (de la especie que sea):

—Si yo tuviera el tiempo, haría lo que haces tú.

—Si yo tuviera una casa enoooorme, la llenaría de… (perros, gatos, niños, ancianos, animales en peligro de extinción, árboles, etc.)

—Si yo me ganara la lotería, haría…

—Si a mí me heredara un familiar multimillonario, sin duda ayudaría a…

—Si yo tuviera posibilidades, salvaría a todos los ______ del mundo.

—Si yo fuera valiente, sin duda defendería a…

—Si yo fuera fuerte, haría _____  por/con ______.

—Yo casi no puedo hacer nada, por eso ni siquiera lo intento. En cambio, tú…

Para la gente que ′amablemente′ sigue la cuenta donde expongo lo que ​hacemos​ (mucho o poco, pero hacemos), soy simplemente ​María, porque uso solamente mi primer nombre. No me conocen personalmente y quisiera enterarlos, de una vez:

La junta-perros de Presencia Animal, ​ no cuenta con horas de sobra para rescatar a ​todos los animalitos​ de la calle, ​de la especie que sean. El tiempo para realizar esta labor, junto a​ las demás socias y colaboradores, lo busco o lo invento; porque creo firmemente en ayudar a los necesitados: lo llevo en la sangre y en los genes.

¡No! Mi vida para nada es aburrida y no ando buscando actividades para entretenerme. Tengo un ​negocio​ de tiempo completo, familia y amigos: que son mi familia elegida. A todos ellos les robo tiempo para hacer lo que amo y me apasiona.

Tampoco gané la lotería, ni tengo parientes multimillonarios que me pasen una mensualidad o me tengan en su testamento como heredera universal. No poseo una casa enoooorme para albergar a cuanto ser vivo, necesitado, veo a diario en mi camino. Mi padre sí tuvo una de muy buen tamaño y allí vivieron todos nuestros rescatados. Y digo nuestros, porque él jamás le negó la entrada a alguno y los hizo parte de la familia. ¡Quizás, sigo su ejemplo y ando formando familias! Siempre que veíamos a un ​animalito, en ​alguna​ avenida, tratábamos de salvarlo y “vivían felices para siempre” como en los cuentos infantiles. Pocos o muchos —dependiendo del cristal con que se mire— nuestros perr​os, gatos, tortugas, pericos, patos y hasta una trucha, recíprocamente, nos llenaron de cariño; porque no los dejamos a su suerte.

¿Valiente o fuerte? Cuando veo a un ser en desgracia me pongo en posición fetal y me cubro la cabeza con ambos brazos. A veces lloro, otras​ doy alaridos, dependiendo de la gravedad del asunto. Pero si puedo ayudar, reacciono, me sobrepongo a mi propio miedo, respiro de manera controlada para no hiperventilar y me convierto en un ser funcional. No soy experta en rescates, actúo por mero instinto y ​he tenido la suerte de que la mayoría salgan bien.

Cuando digo: «no puedo», «no sé», «no tengo»; para nada soy indiferente, incongruente, insensible, mentirosa… y tantos otros adjetivos que me adjudican todos los que NO me conocen. Cada “no” que sale de mi boca, o de mis dedos cuando escribo, me desagarra el alma y me deja hecha un guiñapo. Estoy muy consciente de mis límites, alcances y, aun así, hago hasta lo imposible. No me sigo de largo pensando que como no puedo hacer mucho más, entonces mejor no hago nada.

 

Ahora, sí pueden imaginar un poco más al personaje de carne y hueso, detrás de Presencia Animal. No necesitan ponerle cara a esta mujer, sólo saber que lucha por heredar un mundo verdaderamente justo. No tengo más tiempo, ni más dinero, ni más recursos, ni más fortaleza que los demás; tampoco estoy aburrida de más. Soy como cualquier persona con la que te topas en la banqueta. Yo opté por beneficiar a ​seres vivos, con los recursos que todos —en mayor o menor medida— poseemos: voluntad, sacrificio y, principalmente, AMOR.