Silvia Moreno Cano. Nació en Palmar de Bravo, Puebla, México. Es poetisa lírica, viajera incansable y psicóloga egresada de la Universidad para el Desarrollo del Estado de Puebla. Su placer por el conocimiento la ha llevado desde pequeña a sumergirse en el mundo de la lectura y a incursionar en la escritura de poemas lúdicos a la temprana edad de diez años. Varios de sus escritos han sido publicados en el portal de Sabersinfin.com. Participó en la Primera y Segunda Antología Internacional de Poesía Sabersinfín. Su cita favorita: Cuando escribo, mi ser esencial se funde con el cuerpo para crear.
Conexiones
Conecto con un alba halita,
el alma vislumbra la escisión,
el miedo invade todas las partes,
un halo crudo susurra no volverá.
La mente ha perdido rumbo,
se siente confusa, dividida,
su sentido de posesión revuela
en una memoria fragmentada.
Son distorsiones nada más,
sensaciones de inquietud,
de percibirse arrinconada,
atrapada, descubriéndose ingenua.
No existe futuro cercano o lejano,
algún punto de partida o final,
tampoco un ego vanagloriándose,
solamente algo a ser destruido.
De la intuición límpida emergen
sueños vívidos. Un rayo aparece,
regalando lucidez y calma,
es la contribución a un anhelo.
Solo existe la presencia
escabulléndose, creando al unísono
un estado imperioso donde
hay todo y nada a la vez.
Es tiempo del conocimiento silente.
el compendio experiencial sin juicio,
un darse cuenta del estado puro de vivir,
donde tenemos que saldar las deudas.
Luminiscencia
Dormimos para relajar cuerpo-mente,
reposamos en un latir de ensoñación
al introducirnos profundamente
en nuestros claroscuros complementarios.
Conectamos con una existencia
que a veces nos asfixia, nos arrolla,
nos sacude y despierta el anima
de este sueño temporal e ilusorio.
Un calosfrío etéreo, incrustado
en la piel altera nuestro ánimo y
queriendo salir de esta quimera,
nos aprisiona teniendo que vivirla.
Representamos batallas libradas,
para un despertar del yo profundo
que yace en el interior de un halo sólido,
oculto por un velo de poder sagrado.
Interactuamos con el animus
de los que nos acompañan,
compartimos huellas indelebles,
en un espacio sutil de complicidad.
Nos mimetizamos con el entorno,
somos el todo observando,
la esencia divina en un instante,
del encuentro con lo unificado.