Silvia Martínez Coronel. De nacionalidad uruguaya es escritora, profesora de Literatura, Crítica, colaboradora de Sabersinfin Uruguay. Ha ganado varios premios nacionales e internacionales como escritora. Es profesora de práctica de futuros docentes y forma escritores. Es crítica no solo literaria sino de arte en general, con publicaciones varias como crítica, y escritora de poesía y cuentos. Además de treinta años de docencia en Literatura a adolescentes preuniversitarios. Colaboradora de Sabersinfin desde hace dos años como crítica y escritora en #Poeesíaalasocho, y como panelista en Poesía Lunar.
Tiene una columna de difusión literaria en el periódico mexicano Labrecha.me.
El Hilo de Ariadna
He visto a la belleza de frente y sé que no puedo decírtelo,
hay un punto en la cruz que no permitió y aún no permite que las alas sean transparentes y vuelen sin peso.
He visto a la belleza de frente, dije, y sé que es cierto,
su mano acariciaba mis pómulos y me llené de orgullo y de alegría
porque estaba liviana, admirada, dejándome invadir por la luz.
Te han mentido.
No hay rutas en el paraíso que lleven al árbol de la vida, sino al destierro,
y en el infierno está el laberinto del Minotauro y con él la posibilidad
de ser libres para siempre,
morir para nacer cuantas veces sea necesario,
que no somos peces, y en nuestra memoria genética cabe madame Curie
y la bomba atómica, Gandhi y el Holocausto.
Es asombroso estar vivo y también preocupante
y es indescifrable,
como el amor que surgía de su nombre mientras la contemplaba,
y todo el tiempo vivido en las mazmorras,
y todos los sueños agitados que fueron nuestros y pudimos tocar con las manos, y hasta con los pies mientras daban el salto mortal hacia la vida.
Ya lo sé soy el objeto, también el sujeto, igual que tú.
Y este amor que se derrama dentro de mí, no corre peligro alguno, soy una copa,
no tanto como un cáliz,
del mismo modo que no me gusta la palabra sombra.
Dibujo en la memoria los días compartidos con tu aura mágica y siento, si cierro los ojos, a dios cantando una oda a una paloma muerta, la escena del titiritero de la ‘’Doble vida de Verónica’’, aquella mariposa que llevaba en sus alas al infinito todo
y los ojos de Verónica, su mirada
y el canto en la boca del estómago haciendo vibrar la médula de los huesos…
Sí, la belleza tiene nombre
y además existe, es como el amor, o quizá sea el amor en otra palabra,
o quizá seas tú, o Píndaro, o Safo…
pero me inclino más por ti,
quizá por la simple razón
que a ti te amo y de ti surge esto que me llena y me nutre más allá de lo que es mío y está en tus lágrimas rezando.