Sheinbaum, presidenta electa

 

Sin lugar a dudas, se ha dado un verdadero hito en la historia política de nuestro país, pues Claudia Sheinbaum recibió del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), la constancia que la acredita como presidenta electa del país.

Es tiempo de evaluar la significación de este hecho el cual, independientemente de la fuerza política con la que cada mexicano simpatice, no podemos dejar a un lado la relevancia de este momento.

Sheinbaum es la primera mujer que asumirá la presidencia de la República. Por casi 200 años, desde que México es país independiente, habíamos tenido exclusivamente presidentes hombres. El que una mujer se siente en lo que fue llamada ‘la silla del águila’, no es un hecho que pueda ni deba minimizarse.

Pero, ocurre en un contexto en el cual muchas mujeres están a la cabeza de instituciones públicas, como es el caso del propio TEPJF, así como de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del Instituto Nacional Electoral, del Banco de México, el INEGI, solamente por referir algunos ejemplos en la vida pública.

De igual forma, Sheinbaum llega con un respaldo inédito en los tiempos modernos del país. No solamente por el hecho de haber recibido el número absoluto de votos más elevado de toda la historia, más de 35 millones de sufragios, sino por la circunstancia de haber obtenido cerca del 60 por ciento de los votos emitidos, una cifra que no se había presentado nunca en los tiempos de la democracia moderna en México.

La próxima presidenta, llegará al cargo el próximo 1 de octubre, teniendo una composición del Poder Legislativo como no se había tenido en México desde hace prácticamente medio siglo. Independientemente de lo que al final de cuentas decidan las autoridades electorales con relación a la asignación de diputados plurinominales, el porcentaje de asientos que su movimiento tendrá en las dos cámaras del Congreso le da un poder como hacía mucho que no tenía otro mandatario en el país.

Eso significa que la concentración de poder que tendrá la futura jefa de Estado en México, será también de carácter inédito en la época moderna.

Otra característica singular es que se está dando su llegada al poder en medio de una transición política que también es singular, pues implica que deje el poder uno de los líderes sociales y políticos más influyentes de los tiempos modernos en México, Andrés Manuel López Obrador, dejando el espacio para Sheinbaum.

Esa transición se ha expresado en diversas tensiones, naturales para un relevo de estas características cuyo desenlace aún no podemos conocer con exactitud.

En el primer discurso que pronunció Sheinbaum en su carácter de presidenta electa, luego de recibir esta constancia por parte del Tribunal Electoral, subrayó algunos elementos del mandato que recibió de los votantes que la respaldaron, y estableció claramente que la visión de la economía y el Estado que prevaleció en los gobiernos que antecedieron al de López Obrador no regresará. Los parámetros van a ser diferentes.

También defendió, de manera discreta pero clara, la asignación de legisladores en los términos que fija la letra de la Constitución y la reforma judicial propuesta.

 

El tono de su discurso del día en el Tribunal permite observar un estilo de conducción que será diferente al de López Obrador. Si bien defendió la visión de su movimiento, el contenido no tuvo los rasgos agresivos y de continua confrontación que conocemos de López Obrador.

Sheinbaum llegará al gobierno de México en un contexto internacional altamente complejo que probablemente la obligue a una participación diferente del país en la escena internacional, diferenciándose de un presidente que eludió permanentemente salir del país.

En suma, Claudia Sheinbaum ya ganó su lugar en los libros de historia por ser la primera presidenta de México. Esperemos que también lo gane por la trascendencia de su gobierno.