EDITORIAL
Lamentablemente, no se necesita ser experto en epidemiología para anticipar un rebrote de los contagios, hospitalizaciones y fallecimientos a la vuelta de pocas semanas.
Recordemos el 19 de noviembre del año pasado. En esa fecha, el número de nuevos contagios (considerando un promedio de siete días para eliminar distorsiones por rezagos en los reportes) fue de 3 mil 958 casos.
Se trataba del menor número de nuevos contagios desde junio y parecía anticipar que el fin de año iba a ser mucho más tranquilo.
Días antes se había presentado el fin de semana largo, correspondiente al Aniversario de la Revolución Mexicana. El lunes 16 de noviembre fue feriado. Y, con la tendencia de los contagios a la baja mucha gente salió y empezó a sentirse un ambiente de liberación y relajación respecto a las restricciones sanitarias.
Pero, los últimos días de noviembre, se presentó una escalada de contagios. Al final del mes la cifra ya había rebasado el promedio semanal de 9 mil.
Y ningún llamado funcionó para evitar que la gente saliera a festejar en diciembre, periodo en el que se gestó la peor crisis que hemos tenido y que llevó a que en enero el promedio semanal de casos nuevos hubiera rebasado 17 mil.
Hoy en día nos encontramos con una circunstancia parecida. El fin de semana largo correspondiente al Natalicio de Benito Juárez ya condujo a mucha gente a abandonar las restricciones sanitarias.
Por ejemplo, la movilidad de la Ciudad de México y Puebla, expresada en el tráfico vehicular, alcanzó un nivel que no veíamos desde marzo del año pasado, cuando apenas comenzaba el confinamiento.
El muy probable rebrote puede anticiparse sobre la base de tres circunstancias.
1.- El incremento de la movilidad que propicia una mayor circulación del virus en el país.
2.- Los mensajes de la autoridad, que ya no ponen énfasis en las medidas sanitarias que deben guardarse, sino más bien en el posible regreso a clases presenciales o en la llegada masiva de las vacunas.
3.- La proporción tan baja de la vacunación. En promedio, hemos llegado a 3.6 por ciento del total de la población vacunada. Pero incluso, considerando a la población mayor de 60 años, el porcentaje se ubica aproximadamente en 25 por ciento.
Esto quiere decir que aún existe un 75 por ciento de adultos mayores que no han sido vacunados y por lo tanto susceptibles de contagios en las circunstancias que le hemos descrito.
Y en esta evaluación no contemplamos la posibilidad de que mutaciones del virus con mayor capacidad de contagio circulen masivamente en nuestro país.
La escasez de análisis de secuencia genética hace muy difícil en México detectar las variaciones del virus que están ya en nuestro territorio.
No sabemos si el rebrote se trate simplemente de un ‘chipote’ en la tendencia a la baja de los casos, o bien, si lo que tendremos es otra crisis, como por ejemplo la que está enfrentando Brasil.
Sin embargo, lo que sí sabemos es que nuevamente hemos rechazado el aprendizaje que nos dejan las lecciones de otros países.
Como el gobierno sigue considerando que se ha hecho un buen trabajo, desprecia las experiencias derivadas de las vivencias de otras naciones, en las que se ha tenido que regresar a confinamientos severos para impedir que estalle una nueva crisis.
Ojalá nos estemos equivocando, pues nada nos gustaría más que estar equivocado y que la realidad nos desmintiera mostrando que no habrá más casos de Covid-19 y que seguirá la tendencia a la baja sin mayor problema.
En otros momentos, lamentablemente, la realidad no nos ha desmentido. Espero que ahora sí lo haga.