Sandra Dolores Gómez Amador. Nuestros cuerpos fueron olas

SANDRA DOLORES GÓMEZ AMADOR. (CDMX, 1998) es escritora, poeta y tesista de la carrera de Letras Inglesas Modernas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigadora Joven en la Red Mexicana de Jóvenes por la Investigación. Ha colaborado en las antologías Boundless 2021 (FlowerSong Press), Novísimas: Reunión de poetas mexicanas (Segunda edición, Los libros del perro) y Finisterre: poetas (Ediciones Finisterre). Becaria de Teoría literaria y cultural para el siglo XXI en la DGAPA-UNAM.

 

Nuestros cuerpos fueron olas

 

El azul de la espuma
que te atraviesa el pecho, ese destello
frío y lleno de sal,
es mi recuerdo encarnado.

 

Vives entre fragmentos,
te tropiezas con mi fantasma,

te persigue lo finito de mi voz.

 

Nuestros cuerpos fueron ola, aferrándose a la orilla
del puerto. A la madera crujiente,

consumida por los pasos de aquellas efigies transparentes

deshabitadas ante el llamado de tu cautividad.

 

Fuimos una burbuja de cristal, siempre destinada a quebrar.

 

Y en tu sollozo perfeccionado,

hiciste de mi nombre boca,
hiciste de mi cuerpo aliento,
hiciste de mi pecho lengua materna,

tu único lenguaje del dolor.

 

Nuestros cuerpos fueron ola, agua disuelta en la ribera del mar.

Un nombre plural

 

Me llamas por un nombre que no es el mío porque en este cuerpo

tengo grabada la violencia entre la que creció la abuela.

Me la heredó como quien hereda ojos verdes, cabello quebradizo

o un lunar en el muslo derecho.

 

Tengo grabadas sus historias de la niñez:

una camioneta con cuarenta cuerpos en ella, un bosque

talado para que las mujeres no fingieran ser árboles, para que no

se escondieran por las noches: un pacto de silencio no dicho.

 

En este cuerpo cargo con una guerra a la mitad:

guerra no triunfada,

guerra no declarada,

guerra jamás terminada.

 

Me llamas por un nombre que no es el mío

porque en este país no hay nombres propios,

comparto el nombre de mi abuela y de todas sus muertas;

el de todas las que fueron águilas y después nada.

En mi cuerpo ves sus rostros y en el suyo los nuestros. Nos llamas por otro nombre que no nos pertenece porque no sabes cómo llamarnos. Tenemos un

nombre plural, uno impronunciable: nosotras.