Abel Pérez Rojas
I
Se dice fácil, pero siete años de viaje no es cosa menor, más si se tiene presente que para cruzar el trecho hay que echar mano de tecnología de punta.
Atrás quedaron jornadas extenuantes de experimentación, de trabajo profundo al cual acudieron los mejores científicos del país.
Dos mil quinientos cincuenta y cinco días después, la labor conjunta coronó su esfuerzo con el éxito obtenido.
II
soy más que la ráfaga colada por la rendija / más que una piedra debajo de las nubes / más que mis hermanos los olvidados / más que un trébol de la baraja de Dios / más mucho más / soy más que la simple suma de resultados directos / más que el efecto inmediato de la causa anterior / más que la multiplicación de cantidades exactas / más que la quita para saber la diferencia / más mucho más / soy más que un ápice en el globo de porcelana / más que un pasaje de historia en la ilación narrativa / más que un botón de encendido y apagado / más que grano de cosecha transgénica / más mucho más / soy más que un punto en la línea del tiempo / más que un titubeo de aguja imantada / más que una coordenada cartesiana / más que agua en el río / más mucho más / soy más que una secuela del big bang primario / más que comida para un hoyo negro / más que una bacteria de cultivo extraterrestre / más que la puta que los parió / más mucho más somos tú y yo (Centro consciente. APR. Junio, 2023).
III
La sonda japonesa ‘Hayabusa’ abrió su vientre y puso a disposición de los expertos muestras del asteroide 25143 Itowaka, partículas lejanas traídas a la tierra en ese cada vez más distante 2010.
Aquello parecía un monolito gigantesco, pero en realidad se trataba de una proporción ínfima, un ápice visto al microscopio.
Entre más ajustes recibía el dispositivo del moderno microscopio, más abría sus puertas aquel sorprendente panorama propio de una cinta de ciencia ficción.
Curvas y pliegues abrieron paso a un fascinante escenario que maravilló a todos.
IV
Catorce años después los resultados de los estudios derivados de las muestras traídas por ‘Hayabusa’ siguen fluyendo poco a poco, igual los ejercicios poéticos paralelos que ninguna relación directa guardan:
quiero encarnar en la piedra que va por todos lados / la que patean como bote viejo / para sentir la libertad del abandono / la inteligencia mineral tan prima / principio de los tres reinos / y no querer ser más / simplemente ser / dejarse llevar como si con ello / el agua del río acariciara el rostro que no tendré / las vestiduras ausentes / el cuerpo carente de biotipo / la sangre que no lo es / el magnetismo del imán / el parentesco con la ágata / el lapislázuli / la calcita / la vecindad con el cuarzo / y la cercanía con la amatista / de vez en cuando estar en el zapato equivocado / pellizcar las plantas desafiantes / besar la mejilla del Mesías en sus caídas / experimentar la masa unida de los cimientos / la aridez del desierto / la extrañeza del meteorito / —pariente lejano— / quizá ser el cuerpo que rompa el cristal de tu ventana / para llevar consigo la carta de amor de las que ya no se escriben / verte suspirar / y nuevamente regresar al vaivén sin rumbo / para jamás olvidar que también soy polvo de estrellas / y nunca morir solo vagar / en este u otro cuerpo sideral (Masa consciente. APR. 2024)
V
Pequeñez humana, infinitud del universo.
Allende el sistema solar más conocimiento aguarda ser descubierto, a la par, más poemas están por tomar cuerpo.
Nula relación de los hechos forzada por necesidad creativa, vinculación filosófica de raíz.
Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) escritor y educador permanente. Dirige: Sabersinfin.com #abelperezrojaspoeta