Abel Pérez Rojas
I
El grito que se escuchó al fondo no fue lo suficientemente claro para saber si era de alegría, para pedir auxilio o simple exclamación de quien no puede contener el impulso y tiene que ir más allá de los límites de la comunicación cotidiana.
Nuevamente el silencio reinó esperando el momento en que los decibeles crucen su camino y rompan con la parsimonia del sonido guardada.
II
hay oleajes que no son recuerdos / son llamaradas de quién sabe dónde / que nos orillan a tragarnos nuestro miedo / a decir sí cuando la primera opción era no / nos encontramos / entre las marejadas y las explosiones / acorralados por la lluvia cegadora / y la neblina que devora / intercambiamos nuestros miedos / cruzamos miradas / el silencio nos hermanó / nada volvió a ser igual / desde el cenit imaginario / en el punto donde las sombras son nulas / convoco a los cuatro vientos / a la voz de las abuelas / y al sudor del padre río / para hablar a tu oído / y decirte que estoy contigo / contigo y tus sueños enlatados / contigo y tus muletillas que bien ocultas / contigo y tu desorientación auditiva / contigo siempre contigo / hay oleajes que nos adhieren / a quien nunca imaginamos / y una vez unidos nada nos separa / nada nos detiene (Oleaje al cenit. APR. 1/III/23)
III
En el reporte de grabaciones no aparece alguna incidencia.
“Todo fue silencio”, se lee en la página que corresponde a ese día y que lleva el control de lo sucedido.
Otra jornada sin sonido, es la calca del día anterior, patrón que se repite en los quince días anteriores.
IV
El abracadabra en la voz del poeta es otro, / es más que la ganzúa de la puerta secreta, / es el encantamiento resaltado de la magia / ponderado en el poder curativo del logos. / En el origen desconocido del conjuro / la potencia se expande / saca el pecho y abarca los linderos / de la razón y la intuición certera. / Habla conmigo Serenus Sammonicus, / resuelve si es la fórmula / o es el prisma que bota / la construcción trina descendente. / La palabra tuerce en imagen, / el tropo en sustancia / y ésta sale a la luz por la electricidad dendrítica / del poeta en función de profeta. / El poeta es más que alguien armado de valor / demostrando su desnudez al público, / más que un corazón arropado por huesos y carne / caminando sobre la cuerda floja de la roída carpa. / Dime vieja gitana: / – ¿soy yo con mi necia certeza / o es ella y su sí bajo siete llaves? (Siete llaves. APR. 10/VII/23)
V
No más silencio, el fuerte rechinido fue secundado por un extraño gas.
La pesada puerta de metal desconocido cedió.
Las palabras del poeta fueron proféticas.
Un guardia de seguridad expiró con un último pensamiento fue para su amada.
Otro cuerpo yace enfrente, el del científico poeta que emuló la cerrazón de la extraña nave con la negativa de su obra maestra.
Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) escritor y educador permanente. Dirige: Sabersinfin.com #abelperezrojaspoeta