Roberto Guillermo Cuspinera Durán. Jaque Mate

 

Roberto Guillermo Cuspinera Durán. Licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Comunicación. Licenciatura en Publicidad y Relaciones Públicas. Postgrado en Orientación y Desarrollo Humano. Postgrado en Psicoterapia Gestalt. Graduado de la Escuela de Teatro de Manolo Fábregas. Participó como actor en telenovelas, series (Tú a alguien le importas, El derecho de nacer, El ángel caído, entre otras) y obras de teatro mexicanas (Hoy invita la Güera, 12 hombres en pugna). Trabajó como conductor del programa Hoy de mañana y en la teletienda El Kanguro, de Antena 3, en Madrid, España. También fue vocalista de la agrupación musical La Década Prodigiosa.

Actualmente se desempeña como psicoterapeuta en Veracruz y explora el mundo de la literatura, de la mano del maestro Miguel Barroso Hernández, en el Taller de Escritura Creativa Miró.

 

JAQUE MATE

 

Soy José María —aunque todos me dicen “Chema”— y esta es mi historia, para nada común y corriente. Una historia con la que sueñan niñas y niños. La historia de la que nunca me sentí merecedor, hasta que decidí tomar riendas.

Nací en el país más bello del mundo… y cuando digo “más bello” es porque puedo compararlo con otros muchos que he visitado. España es la tierra donde, como dijera Jorge Luis Borges, cada cosa “parece estar de un modo sustantivo y eterno”. Yo fui de España y debí servir a España, pero haciéndolo hubiera renunciado a la felicidad.

Desgraciadamente, crecí rodeado de gente con títulos nobiliarios, atado a las arcaicas formalidades de una familia burguesa. Aunque debo admitir que, de algún modo, la suerte me sonrió. Era el menor de 8 hermanos y agarré a mis padres cansados. Cuando cumplí 25 años, los convencí y me fui a estudiar a Londres. Odiaba el mundo de la disciplina protocolaria y las restricciones. Yéndome lejos, ganaría el juego, dándole mate a la aristocracia.

En la Universidad de Kingston, no solo estudié Diseño Gráfico. Mi vida dio un giro de 180 grados: conocí los bares, las fiestas y los desvelos; también alguna que otra droga, solo por probar. Supe lo que era comer una hamburguesa, en plena calle, con amigos de verdad; partiéndonos de risa ante cualquier tontería. Fuera de España podía ser yo, nadie intuía mis orígenes.

En Londres, precisamente, descubrí al amor y los fantasmas del árbol genealógico cayeron, como buitres, sobre mi conciencia. Escondido, tras las sombras del silencio, planeé ser libre; porque mis padres podían ser señalados y el respeto al honor de la familia aún latía en mi corazón. No fue nada fácil renunciar a los lujos y olvidarme de la monarquía, pero estaba enamorado. ¡No me arrepiento de nada! Han pasado 40 años y continuamos disfrutando las mieles de la pasión.

¿Cómo lo conseguí?, se preguntarán… y a veces pienso que actué cual psicópata. ¡No tuve opción! Fingí un accidente y algún día contarán que, realmente, el marqués de Santillana murió por amor.