Roberto Guillermo Cuspinera Durán. El profundo dolor del amor

 

Roberto Guillermo Cuspinera Durán. Licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Comunicación. Licenciatura en Publicidad y Relaciones Públicas. Postgrado en Orientación y Desarrollo Humano. Postgrado en Psicoterapia Gestalt. Graduado de la Escuela de Teatro de Manolo Fábregas. Participó como actor en telenovelas, series (Tú a alguien le importas, El derecho de nacer, El ángel caído, entre otras) y obras de teatro mexicanas (Hoy invita la Güera, 12 hombres en pugna). Trabajó como conductor del programa Hoy de mañana y en la teletienda El Kanguro, de Antena 3, en Madrid, España. También fue vocalista de la agrupación musical La Década Prodigiosa.

Actualmente se desempeña como psicoterapeuta en Veracruz y explora el mundo de la literatura, de la mano del maestro Miguel Barroso Hernández, en el Taller de Escritura Creativa Miró.

 

El profundo dolor del amor

 

Me ahoga este dolor. ¡No puedo más! La vida se le va entre mis manos y la nostalgia se adelanta, como sombra fría, recordándome el inevitable final. ¿Qué haré sin el refugio de tus brazos? ¿Por qué no me esperas?

Siempre lo espero: ¡sí! Lo veo salir y la emoción me paraliza. ¡Aquí estoy!: grito en silencio. Su rostro es triste pero hermoso. Y aquel día en que vino a comprar flores sentí que sus ojos profundos, cual océano de un planeta mucho más azul, estaban llenos de amor. ¿Por qué sufres?

—Deme una docena —dijo. Y cuando entró al edificio de enfrente supe que cada tarde vendería rosas rojas en el mismo lugar.

¿Y si en lugar de morir, comienzas a odiarme? ¡Ódiame para que no duela! Enamorarnos fue tan fácil… Y es que nada era complicado si al final ganaba tus besos y el deseo se vestía de éxtasis. ¿Qué hago ahora conmigo? ¿Se te hace justo dejarme así de fácil?

—¡Abre los ojos, por favor! —susurró José María—. ¡Vuelve, aunque solo sea un instante!

¡Sí! Solo necesito un instante para tener el valor de decirle que lo amo. Volverá por rosas y le diré “te amo. No te conozco, pero inexplicablemente te amo y la sensación de zozobra en mi pecho lo advierte. Ya sonríe porque te amo y ni siquiera sé por qué te amo, pero sé que detrás de esos ojos tristes aún hay esperanza y hay amor. ¡No estoy loca! No sé quién eres y te amo… y, quizás, nos conocimos en un sueño y supe que te amaría para siempre”.

… Era una simple vendedora de flores y terminaría marchitándose…

Justo el día en que José María salió llorando a la calle, desconsolado, a comprar las últimas rosas… ella no estaba. Su corazón también había dejado de latir.