Jorge Marcelino alejo
Para que la desprivatización del agua potable no se convierta en pitorreo, enmarcado en la confrontación de la presidenta municipal Claudia Rivera y el Gobernador Miguel Barbosa, vale la pena emplazar a la primera, de que si en verdad quiere reelegirse como Presidenta Municipal, primero que desprivatice el agua potable.
Existe riesgo de la burla, porque eso parece la promesa de desprivatizar el agua. Veamos. Solo como mera referencia, a finales del 2018 se integró la Comisión de Transición del Agua a cargo de la regidora Rosa Márquez. Tenía como propósito iniciar el proceso de desprivatización del servicio del agua, que por más de un sexenio está en manos de la empresa Agua de Puebla para Todos.
Con dicha acción, se creyó que iba en serio la desprivatización del servicio. Es más, se propaló mucho que la comisión exigiría el contrato por el cual se dio la privatización.
Pero vino la decepción, se diluyó la intención y pasó a ser una de tantas intentonas, precisamente, como la que Claudia Rivera repitió el fin de semana, cuando exigió al Congreso del Estado que se ocupe de la desprivatización del agua, pues conforme al señalamiento del gobernador Miguel Barbosa, esa tarea le corresponde al Congreso.
Pero ya que la desprivatización del agua le sirve a Claudia Rivera, para buscar nuevos posicionamientos hacia su reelección en el puesto, pues no oculta sus intenciones, qué tal si primero desprivatiza el agua y nos muestra que cumple su promesa. Más aún, que trabaja por el bienestar de los poblanos que se han quejado una y mil veces de altas tarifas y deficiencias en el servicio que presta la empresa Agua de Puebla.
La manera, el cómo o con qué logre Claudia desprivatizar el agua, es su problema.
Se le señala que es una política bisoña que no da una como Presidenta Municipal, pero tiene la oportunidad de demostrar lo contrario si logra el multicitado objetivo.
Es decir, estaría cumpliendo su promesa de campaña, brindaría bienestar a la ciudadanía con agua a tarifa justa – y de mejor calidad-. Y por supuesto, si la reyerta es en serio con el Gobernador, estaría ganando una batalla a su favor.
M E M O R A N D U M
GASTRONOMIA
El Mole de Caderas fue uno de los platillos que dio fama y prestigio al restaurantero Onésimo Sánchez Jiménez, oriundo oaxaqueño que encontró en Puebla el sitio ideal para trabajar con ahínco y perseguir sus sueños. Lo encumbró su variada y exquisita gastronomía, que a diario cocinaba junto con su esposa Elfega Martínez Parias y su hijo Luis Enrique. Así ganó comensales locales, nacionales e internacionales.
En este mes septembrino y en medio de una pandemia que se prolonga, Onésimo ha partido al viaje sin retorno.
Alguna vez lo encontramos preocupado en El Burladero, ubicado por décadas en el Barrio de Santiago. Le habían pedido la casa que rentaba en la 17 Sur. Con el mismo tesón encontró soluciones que más tarde lo consolidaron como empresario restaurantero, pues adquirió y rehabilitó una vetusta casona en el barrio de El Refugio, donde seguro su familia continuará con su tradición.
Estuvo convencido de la participación en organismos empresariales. De las últimas ocasiones en que lo saludamos, fue en cena navideña de la Unión Social de Empresarios Mexicanos -USEM Puebla-, donde charló con el Arzobispo de Puebla Víctor Sánchez Espinosa, el ex presidente de USEM Humberto Montaño Corripio y el presbítero José Merino.
Descansa en paz Onésimo. Condolencias a familiares y amigos.