Raúl Estrada Albornoz. Poeta y cantautor nacido en Los Ángeles, Chile, 1958. Autor del poemario Poemas de amor y mar (2020) y Florecer del alma (2022). Prepara actualmente: Poemas de viaje. Publicaciones en antologías de Chile y México. Premio de Reconocimiento como Gestor Cultural 2021, reconocimiento como Escritor 2022 de Latinoamérica, por la Asociación Cultural Cóndor Mendocino, Cultura sin fronteras, Argentina. Reconocimiento por Chile Canto Radio, Curicó, Chile “Tesoros de Chile”. Es integrante del Círculo de Poetas y Escritores de la V región, Chile País de Poetas (CHPP). Coordina Sabersinfin Chile y produce la emisión de aquel país para #Poesíaalasocho. Gran amante de su país, su larga y extensa faja costera, territorio insular y antártico con toda su belleza.
BASÍLICA SAN PEDRO, ROMA
He buscado la paz de Pedro
adentrándome entre grandes columnas
e interminables filas de cuerpos y voces
caminando sobre el mármol recogido del tiempo.
Cámaras de seguridad,
policías en cada recodo de la entrada,
aroma de mundo y coloridos de piel.
Voces sin poder descifrar, cuadros en relieve,
artesanos del tiempo
y sus esculturas, por los siglos de los siglos.
Horas de versos, de historia y nombres
que nunca retuve en mi mente.
Pedro, sepultado a varios metros
bajo el piso en que camino,
escondido para no ver.
No sentí tu paz, ni el refugio del silencio
para percibir a Jesús, tu mentor, el hijo del Creador.
Me perturba ese olor a monedas
por las mismas que lo traicionaron.
Me perturba el correr apresurado,
sin dejar un momento, para que el espíritu
camine sobre el sentido del amor y la paz.
Hoy la opulencia me escondió el mensaje.
Los nuevos mercaderes volvieron al templo.
EL MOLINO ROJO
Un café helado
sobre la pequeña mesa de la cafería,
conversación temprana, la música de autos,
buses y turistas que te buscan cada día.
Pared roja, como las aspas del molino
y bellas féminas dibujadas en la puerta de entrada.
El lápiz se desplaza suave
sobre una hoja de servilleta,
el café baja en cada sorbo romántico de tu mirada
y el volumen musical de la calle
cae con la tarde primaveral, de mayo.
Se encienden las luces
y se abre la puerta al grupo de impacientes espectadores.
Recuerdos del cancán,
ropa ligera, brillante,
bailarinas que se desplazan sobre las antiguas tablas
dejando su sensual movimiento en la mente.
Una platea concentrada en cada detalle de su actuación.
Termina de correr el reloj,
la función llegó a su fin, tomo tu mano,
mientras las notas de una hermosa canción
quedan danto vuelta en el ambiente.
Nos despedimos de esa leve oscuridad, para salir a la acera,
el ruido de motores devuelve el ritmo callejero
y las tiendas de sexshop
se abren con sus innumerables productos en vitrina.
Un suave beso para el fin del día.
Bonyou, Moulan Rouge, bon nui, querida mía.